viernes, 27 de febrero de 2009

No pienso, luego no insisto en pensar


Colgué mi mente en una percha y la guardé en el ropero
No pienso, luego no insisto en pensar.
Fue en ese primer salón de baile… volví a verlo, desde entonces no pienso, mis pasos seducen el suelo gastado de La Catedral, El polaco canta Solo como un perro solo… y aunque me duelen los tacos o los pies o ese ocho que hago y deshago y se multiplica por mil veces ocho, no hay forma de minimizar tu presencia.
Me tomás de la cintura, te empecinás en que te siga, y yo vuelo bailarín, vuelo creyendo que bailo. Se me acalambra la pantorrilla, la rodilla, el corazón… la razón no, pues se me ha perdido.
Entra sin querer Pugliese con su piano en Recién con los versos de Homero Manzi, yo te sigo bailarín y noto que el techo se abre. Hay más estrellas que nunca, este predio se ha tragado todas las estrellas del barrio y vos bailarín y yo, seguimos bailando. No sé que es ese algo que nos hace subir, ya no tengo ropa, ya no tengo aliento, estamos bailando un tango más allá del cielo.

Isabel Estercita Lew

domingo, 22 de febrero de 2009

Niños comen jazmines


Descubren a niños hambrientos comiendo jazmines
Fue cerca de la capital de Misiones. No son tapa de diarios ni discusión en el senado, los políticos están ocupados con sus postulaciones y estos niños no votan, podés encontrarlos en Google.
Cuando los dueños de casa les preguntaron lo que hacían, ellos respondieron, "estamos comiendo, tenemos hambre".
El hambre es un malestar producido por la escasez de alimentos…
El hambre es el producto del producto del producto de la riqueza.
El hambre es el producto producido por los gases intestinales…
El hambre es una anorexia no planeada, una tierra bendecida para quien carajo?
Comer flores es casi poético, es patético, es vegetariano, es moderno y estamos de acuerdo, no engordemos a estos pibes argentos, después van a ser chorros, nos van a afanar, que se caguen, que se mueran de hambre, que coman jazmines, que es mejor que la mierda, esos pibes no hacen la historia, jamás figurarán en los libros, no cambiarán mi destino, pero me estoy muriendo de todos los hambres posibles, porque no me lo banco y no se lo que hacer. Puedo salir a matar canallas, pero hoy no tengo balas ni vuelo.
Hambre poético es lo que siento ahora, porque no me sale nada, porque me muero de vergüenza, de impotencia, porque tengo ganas de llorar y lloro pero no resuelvo el hambre. Porque soy un sorete, como todos los que tienen un mango por esta tierra sinvergüenza, quizás me diferencie por no quitarme responsabilidades, y que hago con eso?, es como chupar un hueso seco, mejor comer jazmines.

Isabel Estercita Lew

jueves, 19 de febrero de 2009

Tudo pode acontecer


Não sei o que vai acontecer
nossos encontros pele e vulgaridade
nossos encontros sexo e brutalidade
uma cerveja, você me deseja
uma ypióca você me beija na boca
você me toca, tudo pode acontecer
quero fazer com você,
tudo pode acontecer
me cata, me beija, sei lá
não sei o que vai acontecer
tanto faz meu homem, meu grito
meu pranto eu te amo te odeio
não sei o que pode acontecer
você é meu homem
meu pranto, meu canto
tudo pode acontecer
me beija na boca
beba uma ypióca,
me trepe, me estrepe
me ame, se engane
tudo pode acontecer.


Isabel Estercita Lew

lunes, 16 de febrero de 2009

El corazón de Don Emilio sin corazón


Don Emilio, afirman ahí afuera que usted sufrió un infarto, pero yo igual lo veo aquí vivito y coleando. Me llama la atención un poco este elecro bastante raro, la aguja no se mueve, ni para arriba ni para abajo, como suele suceder en estos estudios primarios, pero además mire usted, también le hemos hecho ecografías, radiografías, diablografías, y nada, que caso raro, hombre, respira y no late, no hay corazón, señor, ese órgano no existe en ningún lugar de su cuerpo y nos hemos cansado de examinarlo. Dígame, ¿usted alguna vez lo tuvo y mandó a que se lo quitaran porque le molestaba?, ¿o nació así nomás? Mire que veo cosas raras por aquí, pero esto me ha superado.
Dicen que los tanos no le creen lo del infarto, se vienen para aquí, van a investigarlo. Yo igualmente Don Emilio, pago para ver la cara de esos tanos cuando comprueben que usted que ya fue declarado insano mental e incapaz por demencia luego de un derrame cerebral que lo dejó casi en estado vegetativo, ahora está infartado pero sin corazón. Capaz que lo llevan hasta el viejo hospital de los muñecos donde llegó el pobre Pinocho mal herido, lo que no le aseguro es lo del hada protectora, ¿vio?

Isabel Estercita Lew

miércoles, 11 de febrero de 2009

Tango, tango


Tango, tango… moriré en Buenos Aires, no se si de madrugada, será a la hora que mueren los que saben morir de amor.

Antes de irme en retiro forzado de este país tuve la suerte de conocer al gran maestro Astor Piazzolla. Caminaba por corrientes buscando un bar donde sentarme a escribir, cuando de repente al pasar por el teatro San Martín se aparece él y escucho ese bandoneón que me venía seduciendo hace tiempo.
Había varios hombres con sus instrumentos y en centro como un astro estaba Astor, casi me muero de amor y si bien de eso quiero morir, no era aún mi momento. Me senté a escucharlo y lo seguí escuchando de ojos cerrados cuando la sala ya estaba vacía, lo seguí escuchando hasta ahora, aunque en aquella ocasión lo escuché hasta que me echaron del recinto.

En la época, entre los tangófilos había una especie de interna entre lo que para algunos era el verdadero tango y Piazzolla y que se yo… No lo entendía bien pues para mí solo existía Astor, así soy yo cuando me enamoro, pero volviendo a la interna, Astor era acusado de varias pulsaciones, de debachines, de loco que se yo.

Hace poco, fui en San Telmo, él un hermoso maestro del baile. Casi me muero de amor, pero tampoco era mi momento, aunque sí mi momento de seguir a ese maestro bailarín de tango, esta vez podía. Y así ando, juntando las piernas de taco alto, haciendo ochos, pivot, cruce atrás, cruce adelante, rebotes y aperturas. Así ando yo como nunca de pollera y tacos altos, escuchando, ensayando pasos, locamente enamorada del tango y de vos, bailarín.

Isabel Estercita Lew