jueves, 24 de marzo de 2011


Aunque todavía no terminé de preparar la valija, en pocas horas embarco como siempre, para mi otra tierrita, la del samba y la samba, en femenino de mujer mulata de caderas generosas, la de la caipirinha, la que se ha ganado en sangre, y amor la mitad de mi vida.

Siempre traté de ganarle al tiempo, pero al desgraciado ni se le ocurre competir conmigo, para qué si en su categoría siempre me gana, lo que no significa que yo pierda, quizás signifique que mientras yo estoy viviendo, pensando como hacer y sintiendo lo que hago, el tiempo pasa de largo, sin esquemas, miramientos o esmeros. Pero cada día me convenzo más de que el tiempo es una ilusión que por suerte no deja de desilusionarme.

Hasta pronto, y a destruir el tormento de los malditos relojes

Isabel Estercita Lew

domingo, 13 de marzo de 2011

El conventillo de las palomas reguetoneadas.


Y a todos les digo lo mismo: el día que me lleves en tu compás de tango, te juraré amor eterno.
¿Faltaría decirles que bailo muy mal este ritmo, pero para qué?
Gono Rea Lew


El conventillo de hoy tiene muchas palomas, quizás ninguna de blanco acariciando con su canto escalera abajo a los trabajadores cansados de su jornada. Conserva de todos modos su cocoliche, pero ahora de nuestra América, esa mezcla de extranjeros y capitalinos, todos paridos por inmigraciones de pobreza. Antes también fue así, pero parece ser que para ciertos porteños la estética de los pobres europeos es más bella e apropiada que la nativa.

Hoy en el conventillo no hay tanos, ni gallegos, ni turcos, tampoco aquel porteño del sainete de Vacarezza, pero como cualquier comunidad, no faltan los chimentos, los celos, la solidariedad, el amor, la creatividad y todo lo que concierne a la vida.

Dicen que hoy el conventillo tiene palomas pardas, palomas negras y multicolor, que cambiaron al tango y a la tarantela por el reguetón, dicen que hay un viejo mirador de tetas que se conoce la historia del Maldonado, del conventillo y mucho más, que cuando el viejo se enferma siempre hay un Tito que lo viene a ayudar, pero que al viejo hay que sobornarlo con vino y otros tintos para que se anime a contar. También dicen que hay una entrerriana de más de ochenta que nada ha de contar, que no le faltan las ganas, pero no puede recordar.

Dicen que en el conventillo hay una casa abel-abierta-hilda-empanadas, ese tipo de casa que nunca se cierra para los que quieren entrar.

Dicen que antes de que el viejo dueño estirara la pata, aprovechando su demencia le hicieron firmar, un trucho papel higiénico para rajar a todos y una inmensa torre plantar.

Dicen que fue entonces, y no antes de eso, que todos ellos se empezaron a movilizar, que los vecinos, que patrimonio histórico…

Dicen que ninguno de ellos se creyó la farsa, que ni siquiera se les ocurrió dejar de conventillar. Y dicen que entre mates, cocoliches latinos y Marianos-reguetón, el conventillo va resistiendo como paloma parda, como paloma conventillera, como paloma-multicolor.

Isabel Estercita Lew

martes, 8 de marzo de 2011

Básico





No me importa lo que digas

si decís lo que me importa

no me importa lo hagas

me importa lo que hacemos

no me importa lo que será

me importa lo que es ahora

y ahora que no estamos

de vos no me importa nada


Isabel Estercita Lew