sábado, 30 de mayo de 2009

QUIEN DA MÁS!



Carótidas congestionadas de ambición saturan y contaminan aún más los medios de comunicación contaminados.
La arteria principal, tronco del sistema sentimental que arranca del ventrículo izquierdo de la bomba de sentimientos y los lleva a todas las partes del cuerpo se ahorcó jugando a la ahorca.
Hay un gran desfile de proxenetas del futuro que nos expone abiertamente, al modo de gran revelación, las grandes tajadas que vienen a arrancarnos, el desfile sigue como una procesión hacia el remate del alma. Flashes se encienden y se apagan, voces cambian sus tonos, una paleta inmensa de mentiras. QUIEN DA MÁS?
Yo no doy más. Con la punta filosa de mi primer diente de leche, que vengo guardando para cuando me quede sin y la ciencia me lo sepa implantar, apunto en dirección a la pantalla. Un inmenso y agradable ruido a vidrios destrozados me confirma que mi primer diente de leche para algo sirvió.
Me tomo un trago, hago fondo, me tomo otro y hago fondo en el fondo de mi dolor.
Junto los vidrios, no tengo diarios para envolverlos, necesito papel, papel de mierda, papel de diario… Que mierda hago? No tengo diarios, pero tengo una gran colección de revistas del suplemento de cultura de la época en que aún me resultaban interesantes.
Sin vacilar agarro cualquiera, les saco el ganchito de metal, clip o lo que sea. No puedo evitar ver la foto de Cortazar, tiene una boina como la del Che. Dudo un instante, luego envuelvo los vidrios de la pantalla de mi ex tele… Las carótidas congestionadas de ambición, la arteria principal y mi primer diente de leche. Cierro el paquete, lo meto en una bolsa y salgo a la calle. No quiero volver a casa y mientras dejo la bolsa en la vereda pienso en para que lado disparar. Unos niños se lanzan sobre la bolsa. No hay comida aquí, solo vidrios, se van a lastimar, les grito. No se preocupe doña, estamos vacunados, tiene una moneda?
Les tiro mi cartera, mis llaves, mi segundo diente de leche y me echo a andar.

Isabel Estercita Lew

sábado, 23 de mayo de 2009

EL HACEDOR DE SUEÑOS


El hacedor de sueños soñaba
que un día podría hamacar todas las cunitas quietas
y cantar un arrorró definitivo
para que nunca quedase en el mundo, un niño sin arrorró.

El hacedor de sueños que tenía una barba muy larga,
quería hacer una magia con ella:
transformándola en una inmensa manta
que protegiese para siempre a los niños del frío.

El hacedor de sueños se perdía entre las miradas de los niños
entraba por sus ojos
y los miraba como nadie era capaz
y cuando un niño lloraba el hacedor de sueños lloraba como un niño

El hacedor de sueños deseaba tener miles de brazos...
El hacedor de sueños, soñó una gran fiesta
dónde todos los huérfanos de amor
ganaban sus sueños de amor
El hacedor de sueños, soñaba con que un día
toda la gente soñase
con ser un hacedor de sueños.


Isabel Estercita Lew

lunes, 18 de mayo de 2009

GRACIAS POR EL FUEGO!


Mi querido Mario, te veré a la izquierda del roble, cuando la lluvia caiga sobre el botánico, ahora que ya le dimos alcance a la verdad y el océano es por fin el océano… Te quiero por tu rostro sincero y tu paso vagabundo y tu llanto por el mundo porque sos pueblo te quiero.
Sabré, no lo dudes poeta, en que estrella encontrarte, ahora que me abrazo a tus ausencias que asisten y me asisten con mi rostro de vos. Las paredes se van queda la noche, las nostalgias se van, no queda nada, ya mi rostro de vos cierra los ojos y es una soledad tan desolada.
No te digo adiós porque estás en mí, espero que hayas conseguido el Tiempo sin Tiempo que necesitabas para chapotear unas horas en la vida y para investigar por qué estabas triste y acostumbrarte a tu esqueleto antiguo para estar al día, para estar a la noche, tiempo sin recato y sin reloj…


Salvo un par de frases, todo el resto son fragmentos de los poemas de Mario Benedetti que adapté a mi antojo.


Brindo por vos, Mario, con tu maravilla!

Maravilla


Vamos mengana a usar la maravilla

esa vislumbre que no tiene dueño

afila tu delirio / arma tu sueño

en tanto yo te espero en la otra orilla

si somos lo mejor de los peores

gastemos nuestro poco albedrío

recupera tu cuerpo / hacelo mío

que yo lo aceptare de mil amores

y ya que estamos todos en capilla

y dondequiera el mundo se equivoca

aprendamos la vida boca a boca

y usemos de una vez la maravilla.


Mario Benedetti

domingo, 17 de mayo de 2009

2002 - CULPA Y MIEDO


Corría el 2002, Buenos Aires y toda la república estaban descontrolados. Para los míticos revolucionarios se trataba del mayor levantamiento popular que podían recordar, para los incrédulos ex revolucionarios, una tocada de culo o de bolsillo en la clase media.
De todas formas el orden normal de las cosas y de la ciudad se había transformado y parecía crecer un deseo unánime de cambio radical. Por primera ves se juntaban en un solo grito afortunados y desafortunados, saciados y muertos de hambre, luchadores y no tanto, Adidas y alpargatas, cabecitas de mierda y blancos reaccionarios entre otras subjetividades.

Desde los primeros cacerolazos en mi barrio me había hecho muy amiga y compañera de Gonzalo Ibáñez. Íbamos juntos a todas las marchas, me pasaba a buscar para ir a las reuniones, hacíamos panfletos y carteles juntos, nos pasábamos horas en la desaparecida pizzería Imperio discutiendo y maquinando las acciones que debíamos llevar adelante.

No estoy borracho me dijo Gonzalo una noche en Imperio, apenas desahuciado y repentinamente me encajó un asfixiante beso en la boca. Tardé en reaccionar y lo hice torpemente preguntándole que carajo le pasaba, que éramos amigos, compañeros, etc. y tal. No me respondió, me miró a los ojos y luego me dijo vamos. Me dejó en la puerta de casa sin pronunciar palabra.
No, no pude dormir, ese beso robado me quedó latiendo en los labios. Rebobiné todo lo vivido desde el día que nos conocimos. Nunca había pensado en Gonzalo como algo más que un amigo y compañero de lucha en la que creímos nos llevaría a una nueva construcción. Me gustaba estar con él como habíamos estado hasta aquel beso, deseaba que todo siguiera igual, pero eso era imposible. Todo cambia, para bien de unos, para mal de otros, todo cambia, de eso se trataba lo que estábamos viviendo por aquellos días. De eso se trata la vida.
Mientras el sol comenzaba a filtrarse por la ventana de mi cuarto iba prevaleciendo un sentimiento de no querer dejar de estar al lado de Gonzalo, y otro, muy breve aunque vital al que no le di la importancia suficiente.
Eran las 2 de la tarde, Gonzalo aún no me había llamado, podía hacerlo yo, pero que le diría? No podía pensar en nada que no fuera Gonzalo Ibáñez, y eso no estaba bien, el bien social debe prevalecer sobre los intereses personales, me decía. De pronto los sentimientos más perjudiciales a la salud de cualquier ser humano y especialmente de aquel que pretende cambiar esta sociedad de mierda se me hicieron presentes, la culpa y el miedo, el miedo y la culpa, la dupla nefasta que rige cada movimientos de una sociedad que eyacula muerte.
Sentía miedo de perderlo, culpa de responder a sus deseos.
Finalmente lo llamé, nos encontramos, Gonzalo me dijo todo lo que sentía, yo no le dije nada, simplemente le encajé un beso, nos emborrachamos y le dí más besos, nos emborrachamos e hicimos el amor, él con mucha culpa, sabía que yo no lo amaba, yo con mucho miedo, no quería perderlo.
En una de las marchas que iniciamos en puente Pueyrredón, tras los asesinatos de Kostequi y Santillán, sentí que todo era una mierda, que los milicos hijos de puta, que éramos unos pendejos ideológicos, que todo estaba mal, que hacían con nosotros lo que se les antojaba y que yo ya debería saberlo, no era mi primera batalla. Aquel día mi bronca superaba todo, aquel día mientras yo lloraba de dolor, rabia e impotencia por esos asesinatos y todos los que recordaba, le dí una soberana patada en el culo a la culpa y al miedo, grité Maxi y Darío nunca más, nunca más, presentes...
Gonzalo me abrazó tiernamente y cuando me estaba por besar le dije, no, no te quiero, dejame en paz.

Mi historia con Gonzalo se acabó en ese momento, la otra sigue, hoy con bajo perfil, los blancos progre o reaccionarios en su lugar, los cabecitas negras en el suyo. Se acabó el delirio a corto plazo.
Mi lucha contra el miedo y la culpa también continúan, espero que no me fallen los ovarios, o por lo menos que mis colchones y sábanas no se manchen nunca más de espermas de culpas y miedos.


Isabel Estercita Lew

sábado, 9 de mayo de 2009

SER TUYA




...ser tu caballo salvaje y que me montes a pelo
cabalgarnos aprendiendo a no caernos de este vuelo
quiero ser tus noches, tu sudor, tu sonrisa, tu espanto
ser tu dueña y tu esclava, tu loca, tu bronca, tu amada
tu concha, tu espada, nuestras pieles pegadas,
tu ruta, tu gruta, tu puta.
tu comida preferida, y vos mi tatuaje angelical,
demente, crucial
ser y danzar en tu cuerpo hecha bailarina
que salta, se transforma, se alucina, se ilumina
agarrarte, refregarte, deshacerte y hacernos
en noches y días sempiternos de siempre tiernos
y cuando los músculos exhaustos
ser tu control remoto inmolado, tu tele fuera de sintonía
ser la músicas preferidas de tu oído sordo
y que seas mi tordo, cuando la locura me duele
y que me sanes, sana, sana culito de rana
si no sana hoy que siga la farra!
ser juntos la manzana mordida, la herejía
la moral perdida, la trasgresión
sin perder la ternura jamás
toda la pasión
vos y yo!

Isabel Estercita Lew

sábado, 2 de mayo de 2009

Hijos del Beso


Abrieron los tubos de ensayo sacudieron el virus por las calles y modificando patológicamente el mecanismo celular. Hubo alteraciones íntimas del protoplasma, núcleos, cromosomas, membranas…
Infectaron a la gente e prohibieron los besos.
Algunos rebeldes lo hacían a escondidas, pero luego el detector de besos salía escaneando casa por casa, beso por beso detectando a los insurgentes.
Los que fueron detectados, en un juicio arbitrario, sin derecho a réplica o defensa, eran condenados a nunca más besar o a consumir el virus hasta el fatal contagio y sin derecho a cura.

En esto de sobreponer la ganancia a la vida no siempre el ejecutante es inteligente.
En algo la cúpula planeadora de la estrategia había tenido un imperdonable error de cálculos. Cuando lanzaron al mercado el antídoto, prácticamente no había consumidores para el mismo, pues muchos podrían haber sobrevivido a la enfermedad, pero la mayoría de los hombres y mujeres no sobrevivieron a la falta de besos.

Dicen que algunos insurgentes se protegieron en la mayor selva del mundo, donde las autoridades dueñas de todos los virus y de todo, no se animaron a entrar para no ser picados por un mosquito dengoso, que aunque era también producto de abrir las compuertas de sus tubos de ensayo se reproducía en zonas de bajo o nulo consumo, y esto los llevó a tanta pérdida que ni les importó promover las ventas del antídoto.
La cuestión es que estos empresarios se morían de miedo del dengoso mosquito, no creían en su propio antídoto ya nunca lo habían probado, y ni por dinero se les ocurría entrar a esa zona selvática.

Finalmente los dueños de los tubos de ensayos no murieron por falta de besos, murieron por falta de lucros.

Los insurgentes lucharon contra el virus, defendieron el beso con sus propias vidas, besaron sin parar al ritmo de la respiración. Así sobrevivieron.
De ellos nació una raza nueva, fueron llamados Hijos del Beso.


Isabel Estercita Lew