domingo, 30 de noviembre de 2008

Mi casa abierta


En casa ha parado y para mucha gente. Gente que conocí durante mis veinte años viviendo en Brasil, gente que conocí viajando mundo afuera, amigos de mis hijos, amigos de otras provincias, amigos en situaciones límites, amigos en conflicto de separación. Esta es la primera vez que en mi casa para un yanqui. Es amigo de un amigo de un amigo y finalmente solo sé que está parando en casa. Tiene veinte años y un affair con mi hija, en diciembre apenas cante el gallo regresa a su Kansas. Es músico y por casa no faltan instrumentos ni incentivos, y la música es uno de los encuentros culturales con menos disidencias.
Los amigos de casa le dicen yanqui, y puesto que su nombre ya me resultaba difícil de recordar y de pronunciar, acabé y acabamos todos por llamarlo o referirnos a él como yanqui, o "Che, yanqui".
A veces quiero hacerle preguntas del tipo: "Che, yanqui, ¿que se siente ser uno de los países más odiados del mundo? Che, yanqui, ¿que pensás de la guerra tal o cual? ¿De la escuela de las Américas, de la de Chicago, de esto y lo otro? Pero no lo hago, no sé porqué, quizás porque tiene veinte años y aparentemente el cerebro poco lavado, quizás por temor a su respuesta, quizás porque sería totalmente al pedo. Sin embargo, él no tiene ningún tipo de tapujos al preguntar: ¿Qué pensás de la cumbia villera? ¿Por qué hay tantas camisetas y fotos del Che? ¿Por qué los tacheros me preguntan todo el tiempo lo de la crisis, lo de Obama? ¿Por qué en Buenos Aires comen poco mariscos y comen mucha tira de asado y poca bola de lomo que es tan rrrica? ¿Por qué usan boludo para casi todo lo que dicen? ¿Por qué los porteños hablan así, y los de Corrientes hablan asá?
Entonces yo, que tengo respuestas propias, que no me adueño de verdades además de algunas mías que no tienen retorno, le respondo: Mirá yanqui, del Che te puedo hablar, decirte sobre lo que me pasa a mí, del resto también, quizás con menos convicción, pero prefiero que te respondas solito, si querés saberlo, sentí, metete en la piel de mi pueblo, yo también quería preguntarte algunas cosas, pero me puse en tu piel y no te pregunté nada.


Isabel Estercita Lew

sábado, 22 de noviembre de 2008

La terraza bien dotada


De vez en vez me siento a mirar el cielo en la bien dotada de estrellas terraza de mi casa. Me llevo una rica caipirinha, cuando encuentro el limón verdadero, algunos puchos, y me quedo entregada sin más a la belleza del cielo.
Muchas cosas han pasado por mi terraza, amores, charlas entre amigas, fiestas varias, la muerte del cielo cuando Guillermo… pero ahora no quiero hablar de eso, quiero hablar de lo que me viene pasando hace mucho tiempo, no siempre, pero me suele suceder que cuando miro un rato fijamente la luna, se le empiezan a descolgar gentes, gentes diferentes y se sientan junto a mí y conversamos en varios idiomas que desconozco, pero que en ese momento puedo hablar y entender, son gentes o seres de otros mundos que aparentemente estaban en sus terrazas, o como se llamen, mirando lo mismo que yo y que de repente se aparecen en mi terraza como si nada.
No sé por qué nunca me asusto, me encanta intercambiar ideas con ellos, no me preguntan quien soy, ni de donde vengo y para donde voy. Eso es perfecto, pues no sabría lo que responderles. Tienen una fisionomía distinta a la que estamos acostumbrados, pero así son, diferentes.
Me contaron que a ellos les había pasado algo parecido a lo que nos viene pasando en nuestro planeta.
Se les estaba pudriendo todo, se les acababa el agua, la comida, se les jodía todo, tenían como nosotros gentes dueños y decidores de todo, y que cuando los dueños y decidores de todo habían acabado con más del noventa por ciento de las gentes y de los recursos de su planeta, y por tanto les quedaba poca gente que trabajara para ellos, y que cuando ya no había más planta que creciera por si misma, y que además de cucarachas o similares no había más bicho vivo, fue entonces que decidieron que lo de ellos no daba para más.
Ya era tarde, más tarde que nunca. Las gentes mágicas de esas tierras habían partido con naves imaginarias, que era lo más concreto que tenían, lo único que pudo sobrevivir, así estaban viviendo ellos. Tenían todo el cielo para sí, sin embargo extrañaban el verdor, la tierra firme, las cosas tontas, los cotidianos, las charlas simples, las risas.
Me recomendaron que embalara en breve, cuando yo también hiciera ese viaje, todo el verdor que pudiera, bastante poesía y música, a los amigos, todos. Sí, hicieron hincapié en la música, en la poesía, en la risa, en los amigos y otras muchas otras cositas, porque ninguno de ellos había pensado en eso y se quedaron sin nada. Por suerte de vez en vez podían aterrizar en una terraza bien dotada como la de mi casa, por suerte de vez en vez podían encontrar poesía música y otras cosas que interesan.

Isabel Estercita Lew

lunes, 17 de noviembre de 2008

Mi Baulcito


Tengo un baulcito que escondo muy bien a la vista de todos y por eso mismo nadie lo ve.
A veces me da miedo abrirlo, y otras, como anoche, después de medirle la velocidad a las estrellas fugaces me llené de coraje e invité a la luna a cenar en casa, Astor que siempre tuvo las llaves entró sin permiso y se puso a tocar el bandoneón a mi lado.
Cuando la mágica velada llegó a su fin, sin pensarlo un segundo me metí a revolver el baulcito.
No es muy grande, pero parece tener un fondo infinito, siempre encuentro lo inesperado, lo que creía perdido. Esta vez me encontré con una muñeca recitadora de poemas que me había regalado un amigo trotamundos. No tiene exactamente esa cara de muñeca típica, su rostro nunca está igual y es muy temperamental, a veces amorosa, otras una salvaje sin escrúpulos. Anoche estaba de buena cara y me recitó Guitarra de Nicolás Guillén…

GUITARRA


Tendida en la madrugada,

la firme guitarra espera:

voz de profunda madera

desesperada.


Su clamorosa cintura,

en la que el pueblo suspira,

preñada de son, estira

la carne dura.


¿Arde la guitarra sola?

mientras la luna se acaba;

arde libre de su esclava

bata de cola.


Dejó al borracho en su coche,

dejó el cabaret sombrío,

donde se muere de frío,

noche tras noche,


y alzó la cabeza fina,

universal y cubana,

sin opio, ni mariguana,

ni cocaína.


¡Venga la guitarra vieja,

nueva otra vez al castigo

con que la espera el amigo,

que no la deja!


Alta siempre, no caída,

traiga su risa y su llanto,

clave las uñas de amianto

sobre la vida.


Cógela tú, guitarrero,

límpiale de alcohol la boca,

y en esa guitarra, toca

tu son entero.


El son del querer maduro,

tu son entero;

el del abierto futuro,

tu son entero;

el del pie por sobre el muro,

tu son entero. . .


Cógela tú, guitarrero,

límpiale de alcohol la boca,

y en esa guitarra,

tocatu son entero.

Isabel Estercita Lew

sábado, 8 de noviembre de 2008

Henry y June


Fred, María y Uma
Leyendo el Blog de Marcelo, "La menor idea" donde hablaba de París, me vino a cuento la película basada en el diario de Anaïs Nin, creo que se estrenó en 1990, la dirigió Philip Kaufman. Fred Ward, María de Medeiros y Uma Thurman interpretan, a mi modo de ver, fantásticamente estos tres personajes. La vi más de tres veces y puedo volver a verla sin cansarme nunca. Yo encarné a Anaïs, para mí es suprema y hace todas las cosas que yo desearía hacer pero no siempre me atrevo o no siempre se atreven. Ahora estoy escuchando la banda sonora, y viajo mucho más allá de los bastidores, viajo al centro de sus protagonistas y protagonizo esos amores intensamente descarados, amo al machista de Henry, lo amo y le doy vida. Esta noche dormiré con él.

Isabel Estercita Lew

viernes, 7 de noviembre de 2008

Enferma terminal


Hace algunos días realicé mi visita de rutina al médico. El cambalache de mi obra social los cambia constantemente, y yo que soy bastante paranoica, necesito contención, cosa que había logrado con la doc clínica que me atendió durante tres años. Antes de llegar a este pasé por un par pero no me gustaron, en realidad este tampoco me gustó, tenía aquella cara de sabelotodo yosoylomás vos una mera paciente. Lo guitarreé un poquito pero hizo oídos sordos a mi música, me fui silbando bajito a la toldería y mal, mal porque nunca aprendí a silbar.
Ya en casa revisé minuciosamente todos los estudios que me había mandado a hacer, la mayoría eran conocidos, pero había un par nuevo, por lo que busqué en Internet motivos y causas de tales estudios. Me preocupó uno con un nombre claramente escatológico, me reservo el compartir esta información, el tema es que en las informaciones encontradas, yo podía estar con cáncer, anemia o mal de Chagas, entre otras atrocidades.
Dada mi situación terminal, los síntomas comenzaron a manifestarse por todo mi cuerpo, y como soy casi atea y bastante agnóstica le pedía al cielo y a algunos pájaros que me libraran de tanto sufrimiento. En algunos segundos me sentí mejor, era un alivio temporario. No debía perder más tiempo, las cosas tenían que estar en orden antes de mi partida definitiva. Mis bienes materiales eran poquísimos, que mis hijos usaran lo que lo que les sirviese y que repartieran el resto con quien se les antojara. Quemé algunos escritos que no servían para nada y que me daban mucha vergüenza, tiré algunos cuadros que ni a mí me gustaban. Mis cuentos están archivados, mis canciones grabadas, mis oleos en la pared, otras obras menores en mi compu…
Hace un rato me llamó él, el que me llama a veces, y con el a veces nos amamos. Creo que es un juego del destino, hacía mucho que no estábamos juntos. Yo siempre dije que quería morirme amando.

Isabel Estercita Lew

sábado, 1 de noviembre de 2008

MIERDA MEDIOS, MEDIOS DE MIERDA


'Basta con que un hecho sea lanzado desde la televisión -a partir de una noticia o imagen de agencia- y repetido por la prensa escrita y la radio, para que el mismo sea acreditado como verdadero sin mayores exigencias… "
Qué cagada, hermano, estamos en el horno, estamos en problemas, porque los medios exhalan, enfocan y repiten mierdas.
Los medios son máquinas de comerte el cerebro y de celebrar su cometido. Te ordenan, te desordenan, te cogen por donde menos te gusta, te hacen trabajar, te embarazan de dolor y cretinicie, te abortan y te hacen amamantar al feto.
Pero pareciera que el sufrimiento sabe más placentero que el propio placer, así vamos, comprando marcas, desquicios, tragedias, hasta morirnos de todo eso sin al menos saber quien somos y de qué se nos antoja morir.
Estos cerdos con alas nos comen la cabeza, y eso nos gusta, porque somos perezosos y es mejor depositar en el otro y al carajo, para qué pensar, mierda, para qué?

Isabel Estercita Lew

Verde y Amarilla


Hoy amanecí con la banda sonora de que lo que quiero vivir
Mi canto y mi baile son verdaderos, soy un carnaval hechizado de vos
Esto mi negro es sincero, tu ritmo me puede, me mata, me encanta
Hay un mundo allí afuera del que hoy no quiero saber nada
me muero de pasión y me parece que hoy ser feliz es eso.

Hoy estoy verde y amarilla, hoy estoy así, loca por vos.
Haceme el amor, decime mentiras bañame en tus aguas
soy tu Iemanja, tu Pomba Gira, tu amante prohibida
hagamos esas cosas locas que me hacen enloquecer.

Ahora soy tu reina copuladota, sacerdotisa atrevida
no puedo esperar, me estoy quemando
el deseo es torpe, poco sabio, libido loco
despiadado y recalcitrante.

Vamos negro, nosotros podemos ser música,
instrumentos de placeres y baile,
deseos que se realizan todo el tiempo
sin tiempo, ilusión cretina de los desesperados
pero desesperar jamás
hacerlo todo, sí, como nunca más.

Isabel Estercita Lew

Mi guitarra está retobada, algunos acordes se me perdieron pero como mi grabador ya tiene pilas todo es posible para concluir esta melodía.