lunes, 29 de diciembre de 2008

Te lo juro Chacha










Te lo juro Chacha, lo de hoy en San Telmo fue una fiesta. Tendrías que haberlo visto. Había de todo, jabalíes andando de trineo, estatuas vivas masturbándose, tobas vendiendo pulmones, curas juntando firmas para que aprueben la ley del aborto, griegos tocando fuelles, los de los bares prácticamente te regalaban la birra, a cambio tenías que darles un beso… Sí, tenías que besar a meseras y mozos y te las regalaban, así como te lo digo. Y ni te imaginás lo que pasó con los pendejos que hacen cosas para que les des una moneda, encima te daban plata a vos para que los mires. Había esqueletos bailando tangos… caminabas un poco más y un chabón colgado del cielo se nos iba acercando a nosotros, su público, con dos pares de nubes perforadas y se tocaba todo, era como el dueño de las baterías del mundo. Había un chabón con un perro que se había enredado en su cola, y la gente le pagaba para que el perro les mordiera los tobillos, el perro los mordía y luego lloraba como una loca. Después apareció la cana, desde Defensa al 0 hasta Defensa donde termina que no me acuerdo el número, nos miramos todos, Chacha, así como te lo cuento, nos miramos entre nosotros a nosotros y pensamos todos lo mismo: Aquí se pudrió todo.
No fue así, Chacha, y si no me crees yo te entiendo, la cana puso la música a full, se fueron comprando aros, ponchos y otras mercancías, se las pusieron y salieron a bailar con todo el mundo, hasta unos que eran de una tal asamblea del pueblo y que tenían carteles y camisetas que decían "el capitalismo se está cayendo", apenas los vieron se armaron de adoquines para tirarles, pero cuando los vieron tan fiesteros y afables, ni lo pensaron, se metieron a bailar con ellos una música loca de tambores que venía llegando en una calesita vestida de mujer. Ahora que lo pienso bien, esa calesita tenía tu cara, Chacha, se parecía a vos, aunque con demasiado ritmo y alegría.
Cuando todos estábamos más que cagados de calor se nos acercó el viento sur, muy ecléctico, sarpado, ni te lo puedo explicar, nos chupó el sudor e inventó una buena grapa de la que bebimos todos.
Vos te la pediste Chacha, quien te mandó a emporrarte tanto
.

Isabel Estercita Lew

lunes, 22 de diciembre de 2008

Respirar sin Aire



No sé si se puede prenderle fuego a las llamas, tampoco si se puede mojar el agua, tan solo sé que puedo besarte sobre mis besos, sentir que muero y nazco cuando estás dentro de mí y amarte después de amarte, y pensarte mientras te pienso y olvidarte cuando te olvido.
Puedo llorar mi llanto y sentir pena de mí mientras lloro, también reírme mientras lloro o llorar mientras río. No sé si puedo matar lo muerto apenas con el olvido, o si puedo revivir lo que he matado tan solo con recordarlo.
Tampoco sé si deberíamos hablar sobre lo que no tiene remedio, ni cura, ni antídoto, ni bálsamo que lo alivie. No sé si deberíamos hablar sobre la enfermedad mortal de este amor que duele más de lo que acaricia, que cae como un rayo antes del trueno y que destroza todo lo construido, y que nos quema los órganos deliciosamente mientras nos amamos y que nos quema los órganos hasta esterilizarnos, nos lisia, nos mutila, nos quita el aire y ya no dudo, ya casi creo, ya casi sé que no se puede respirar sin aire.

Isabel Estercita Lew

domingo, 21 de diciembre de 2008

CHASCO


Quisiera estar sintiendo ese cosquilleo impetuoso, ese arrebato que me desvanece de tanto deseo cuando estamos juntos, pero no puedo porque esta tarde me llamó Margarita desde el "chaco" para decirme que murió Nahuel, sí tiene nombre y edad, es un niño toba de tan solo 7 años. Estaba tan desnutrido antes de nacer que su nacimiento fue una fiesta, si bien no hubo brindis porque entonces y hasta ahora el agua estaba escaseando tampoco hubo comida porque entonces y hasta ahora la comida también lo está.
Yo no quería involucrarme con el pendejo porque desde el vamos y a cuenta de mi experiencia yo ya sabía de que no había forma de que no saliera lesionada de aquello. Pero Nahuel me miraba a los ojos, me sonreía y me decía: Tía. Tenía unos ojos más grandes que el mundo y la puta que parió a este mundo.
Hoy no puedo estar con vos, porque solo tengo ganas de llorar, porque siento un dolor y una rabia tremenda, porque tengo una furia gelamón o el detonante que sea, porque hoy murió otro chiquito toba en el chaco, sí, chaco con minúscula, porque es un chasco, un nombre impropio para esa Gente propia, mía. Gente grande y pequeña que muere por lo que todos nosotros sabemos pero no tenemos el valor de enfrentar.



Isabel Estercita Lew

jueves, 18 de diciembre de 2008

Chin Chin!


No sé si espero que haya un gran cambio cuando comience a dar vuelta las hojitas del nuevo calendario, aunque no puedo negar que mi esperanza es vernácula y tozuda. Casualmente, mi amigo Aurélio me envió desde mi querido y saudoso São Paulo este texto del gran poeta brasilero del siglo XX, Carlos Drummond de Andrade, entonces lo acaricié, lo besé, lo abracé y lo traduje.
Chin chin!


"El que tuvo la idea de cortar el tiempo en tajadas, a las que se le dio el nombre de año, fue un individuo genial.
Industrializó la esperanza haciéndola funcionar en el límite del agotamiento.
Doce meses alcanzan para que cualquier ser humano se canse y tire la toalla.
Aquí entra el milagro de la renovación y empieza todo otra vez, con otro número y otro deseo de creer que de aquí en adelante todo será diferente"

Carlos Drummond de Andrade

"Quem teve a idéia de cortar o tempo em fatias, a que se deu o nome de ano,
foi um indivíduo genial.
Industrializou a esperança, fazendo-a funcionar no limite da exaustão.
Doze meses dão para qualquer ser humano se cansar e entregar os pontos.
Aí entra o milagre da renovação e tudo começa outra vez, com outro
número e outra vontade de acreditar que daqui para diante vai ser diferente"

Carlos Drummond de Andrade

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Ni mariposa sos


Un olor peculiar emitido por las hembras de las mariposas estimula la atracción de los machos… Y vos que no sos mariposa aunque volás no podés parar de emitir tu olor, no podés parar de atraerlos, enloquecerlos, poseerlos y después nada. Simplemente desaparecés sin dejar huellas, simplemente te borrás. Así sos vos, que ahora te sentís vacía, así sos vos, que ahora llorás por los rincones y que los rincones lloran por vos que te masturbás llorando, que te masturbás arrinconada, que los rincones te ayudan y te dejan sola y que finalmente no ves el final. No hay final porque no hubo consecuencia y por no haber consecuencia no hubo final. No pasa eso con las mariposas que viven cambios notables durante el transcurso de sus breves vidas y de forma digna han ganado la muerte.

Isabel Estercita Lew

martes, 16 de diciembre de 2008

No tejas tan rápido




Que tu método araña no teja tan rápido, qué no tiemblen los hilos con mi presencia, porque si eso ocurre indudablemente vas a saber que has capturado a tu presa. Si no me muevo, vos, desde tu observatorio irás tirando de los hilos, uno tras otro, hasta dar con el lugar preciso y vertiginosamente te lanzarás sobre mí. Puedo luchar, dificultar tu trabajo, antes de que me envuelvas con tus filamentos y me enlaces con los rápidos movimientos de tus tentáculos hasta tenerme completamente indefensa y morderme inyectándome el líquido de tus garras venenosas. Sería raro que te apiades y me dejes volar aunque tus necesidades posesivas estén cubiertas. Pero últimamente me he transformado en una presa impetuosa, y por la confianza y el respeto que se le debe a una suicida, te advierto y te garantizo que haré mierda todos tus tejidos. Corta luego los hilos que me sujetan, déjame marchar, sufrirás solamente un leve desperfecto en tus telas pero no será la destrucción total, puedes ir por otras presas, que más da!

Isabel Estercita Lew

lunes, 15 de diciembre de 2008

La arenga y la Luna


A mi no me gustan ni los discursos ni los protocolos, pero este año a mis diferentes grupos de amigos se le ha dado por hacer balances en vos alta, menos mal que no se les dio por golpear la copa antes de desenfundar sus arengas.
Estas fechas me bajonean bastante, un par de veces me retobé e acabé haciendo mía, pero no voy a hablar de ese asunto, ni del discurso que no me mandé, porque lo que más me perturba en este momento es que hace tres días que no encuentro a la Luna. La última vez que la vi fuel jueves a la noche, cuando volvía a casa. Se había adueñado del cielo como un astro preñado y único. No podía dejar de mirarla y quería que todos la vieran, pero por lo visto la gente andaba cabizbaja, metida en sus asuntos o pensando en el discurso enardecedor para alguna de las tantas fiestas de despedida del año. La única que no me podía fallar era mi vieja. Me fui corriendo hasta su casa y más que contarle la arrastré hasta el balcón para que viera esa maravilla. Nos quedamos un rato largo mirándola, mamá le hablaba en voz alta como cuando piensa.
Al día siguiente, viernes, antes de empezar a trabajar prendo la radio y escucho: Hoy se verá la Luna llena más grande del año. Es una 'Luna de Perigeo' que será hasta un 14% más grande y un 30% más brillante que otras lunas llenas que hemos visto este año…
Y un monte de explicaciones astronómicas más. Al anochecer me planté en la terraza bien dotada de mi casa, la recorrí de punta a punta, pero nada de la luna. Esperé un buen rato, me concentré en ejercicios de telequinesia y traté de correr los edificios que podrían estar privándome de mi Luna. No moví los edificios y no vi a la Luna. Todo eso no logró que mi carácter perseverante u obsesivo desistiera. Al día siguiente hice lo mismo, hoy hice lo mismo, y nada de la Luna. Dónde está la Luna? Será que se cansó de tanta arenga y se marchó para otro cielo? Si es así, tendré que ir por ella.

Isabel Estercita Lew

sábado, 13 de diciembre de 2008

El hambre es un caos, la ciudad es un crimen, o al contrario, o es lo mismo





Y así está Buenos Aires, con la luna más grande que nunca
Crónica TV muestra a los militantes de quebracho pintando con aerosoles las paredes.
No lo hacen de botones, aunque eso parezca, lo hacen porque es su marketing, su visual, lo que venden.
El canal 13, el 10, el 11… el que sea muestra más de lo mismo:
Un millón de pasajeros debieron buscar otros medios. El tránsito fue caótico.
La luna está pasando más cerca que nunca!
Volvieron los Cadillac! Panamá, panamá, llanto dolor sufrimiento de un pueblo se ahoga y se hunde en el mar… El hambre es un crimen. La ciudad es un caos.
El paro de subtes colapsó la ciudad. Filas interminables en las paradas de los colectivos; demoras de más de una hora para conseguir un taxi; las calles colapsadas por el tránsito; los usuarios de servicios públicos, desorientados.
El hambre es un crimen, aniquila el prodigio de la vida… Los niños son el más noble patrimonio de la sociedad argentina…
La ciudad es un caos… Los niños son de todos, si comen o no comen, si van a la escuela o la abandonan, si lloran más de lo que ríen. La ciudad es un caos…
Es deber de toda la sociedad modificar este estado de cosas. La Argentina tiene la responsabilidad de dar a cada niño una vida que merezca ser vivida.
El tránsito es un caos.
La noche está hermosa, pasear, ver la luna llena, la luna más grande que se podrá ver en todo el año. Aprovechen este viernes para verla. El hambre es un crimen. El tránsito es un caos, no salgan de sus casas
En la provincia de buenos aires van a despedir a los auxiliares de la educación…
El tránsito es un caos… ante el primer síntoma de crisis lo que hacen es despedir. El tránsito es un caos.
El hambre es un crimen. Es la frase elegida por estos manifestantes.
El tránsito es un caos
A los beneficiarios de un país… que se está construyendo sobre la pobreza.
El tránsito es un caos…
Sobre el hambre de los pibes, sobre su futuro…
El tránsito es un caos…
El hambre es un crimen!
La tablita de Machinea será historia!
El hambre no es crimen! Quien les mandó a ser pobres?
No trabajan porque no quieren! El tránsito es un caos!
El hambre es un crimen?
Despidieron a trabajadores de de la automotora…
El tránsito es un caos!
Y yo que carajo tengo que ver con las internas de los subtes?
El tránsito es un caos!
Empleados toman la fábrica de… los dueños se marcharon pues no podían asumir la deuda que sumabam…
El tránsito es un caos!
Los subtes…
Más de un millón de pasajeros que diariamente utilizan los servicios de subterráneos se vieron obligados a usar otros medios para llegar a destino.
El 70% de la población total del país menor de 18 años, nueve millones y medio de niños, se encuentran viviendo en la pobreza, la mitad ya casi no come. El tránsito es un caos. Decenas de niños se mueren por día… El tránsito es un caos. Menores de 5 años mueren por causa de pobreza. El tránsito es un caos. La bolsa… el dólar…
Cuando hablamos de mortandad infantil…El tránsito es un caos…niños dañados para siempre, física, intelectual y emocionalmente antes del nacimiento El tránsito es un caos. El hambre es un crimen. El tránsito es un caos!
Que se caguen de hambre! Que se maten los del subte! El tránsito es un caos, esto es un desastre, yo tengo que ir, llegar, hacer, mi vida, que me importa. El hambre es un caos la ciudad es un crimen.

Isabel Estercita Lew

lunes, 8 de diciembre de 2008

Veo, veo, qué ves?




Veo esos rostros pasar, mirarme con indiferencia, tal vez un gesto automático de educación aprendida, convencional, televisiva.
Estos rostros sienten, claro que sienten, sienten asco, molestia, un miedo no claro y luego, una total indiferencia.
Me tiran una moneda, jamás me miran a los ojos, no soy más que la construcción del peligro futuro, soy el anuncio de otro riesgo más para la agenda de estado.
Soy sin futuro y su riesgo futuro. Aunque hoy solo venda estampitas en el subte B, ya pueden ver en mi ropa mugrienta, pueden ver en mi huacho documento inexistente una promesa de futuro inseguro.
Pero les juro que aún soy un niño, vivo en un hermoso country llamado pacolandia y no sé más nada, pero hoy no te maté.

Isabel Estercita Lew

domingo, 7 de diciembre de 2008

La Reina del Mar


Cuenta la leyenda que el mar es salado por las lágrimas que Iemanjá vertió por los hijos que partieron.
Yo viajaba cada 8 de diciembre al litoral paulista para participar de los festejos que le hacen en esa región a Iemanjá, la reina del mar, la reina de las aguas.
Al principio me sentía un poco aturdida, o quizás atemorizada frente a aquel despliegue de carpas, velas, ofrendas, tambores y cánticos, pero luego me fui acercando a esa cultura tan distante y diferente y hasta me animé a recibir algunos "pases", un movimiento de manos o un soplo que transmite buena energía, pasé a integrar aquel terreiro improvisado con tambores poseídos de todas las cosas buenas que la música nos produce.
Con el tiempo fui incorporando esa cultura, participaba o simplemente permanecía embriagada de cachaça y del entorno, contemplando maravillada ese mar de esperanzas místicas hasta el amanecer.
Hoy recuerdo el 8 de diciembre con muchísimas saudades, pero sé que una suerte de magia me llevará hacia aquella tierra donde me esperan las hechiceras y los hechiceros del buen desear.
Ya me vestí de blanco y estoy escuchando las batucadas y siento la espuma tibia y las rosas blancas acariciando mis pies, ya salté siete veces las olas… Iemanjá me está tendiendo los brazos.

Isabel Estercita Lew

jueves, 4 de diciembre de 2008

No hay más tiempo


El Chango Durito, es un amigazo muy especial, no nos vemos muy seguido gracias a su naturaleza y corazón errante. No vive en ningún lado y vive en todas partes. Hace años que no lo veía, pero hoy cuando nos encontramos nos encajamos un beso de ojos y fue como si el tiempo no hubiera pasado entre nosotros. Lo cierto es que el tiempo pasó, me dijo él, como si adivinase mis pensamientos… Lo cierto es que el tiempo pasó pensé al notar una curvatura en su espalda luego de descargar en el piso su mochila. Pero no fue eso lo que más me impresionó, fue nuestra charla, su ansiedad, las manchas de nicotina en sus dedos y en sus dientes, y sobre todo su urgencia. A todo lo que me decía, le agregaba "no hay más tiempo para esto, no hay más tiempo para lo otro". Y en realidad yo estoy de acuerdo con él aunque no sé bien para donde rumbear. No hay más tiempo que perder para parar de una vez con la explotación indiscriminada de los recursos naturales, no hay más tiempo que perder para parar con el hambre que mata a millones de bebés antes de que digan, mamá. No hay más tiempo que perder para parar a este quince por ciento de ricos mundiales que se consumen nuestras vidas, ni como recuperar los árboles que van matando por segundo para plantar la nueva gasolina, ni como devolverle los sueños a los jóvenes que nunca soñaron, ni como enseñar a los letrados y doctores en derecho que el derecho a la vida está en la primera página de cualquier libro sabio.
Mientras escribo, miro al Chango Durito durmiendo, a mi guitarra, que está en su lugar, aunque no es el lugar donde debería estar, porque ahora, el Chango Durito y yo deberíamos estar cantando alguna copla, pero no es así, él está muy cansado y a mí el dolor me duele tanto que no me sale ninguna copla.

Isabel Estercita Lew

martes, 2 de diciembre de 2008

El Fin de una Amizade Colorida


Amizade colorida, traduciendo significa un relacionamiento íntimo, amoroso, sin compromiso social ni de ningún tipo. Fue lo que le dije cuando me pidió explicaciones sobre lo que pasaba entre nosotros después de mi arrebatado beso alcohólico. No pasa nada más de lo que está pasando en este momento, le respondí. Hace ocho meses que entre bailes, cines, cenas y otras cositas, su pregunta vuelve a repetirse. Casi entrando al noveno mes, mi deseo de compartir todo esto desapareció, quizás tuve miedo de parir un hijo no deseado.
No tengo ganas de salir, le dije. Nos merecemos una charla, dijo.
Claro, pensé y dije.
Fue hace un rato, compartimos un coñac yo, un whisky él. Y sucedió lo que me temía, volvió a recordarme lo que pasó entre nosotros hace veinte años, y que mi mirada…

"Porque aquel día vos me miraste así y eso quiere decir que a vos te pasa algo conmigo, y que en marzo, aquella noche vos me miraste asá, y eso significa que te estaba pasando algo conmigo"

Y así fue yendo la cansadora retórica…

"Podríamos viajar a Mendoza en las vacaciones, o a San Luis, claro, sin presiones, no es el momento, justo ahora que me estás diciendo que no querés tener nada conmigo, pero no está mal hacer planes, proyectar… no está mal… Yo no sé por qué si hay tantas minas a mi me pasa esto con vos… minas no me faltan… ¿ya te querés ir?"
Sí.
"Bueno, no te voy a llamar, espero que me llames, ¿o querés que te llame?"
No, no me llames, si tengo ganas te llamo…
Idiota, no es así, tenías que decirle: No me llames, no esperes que te llame, no esperes.
"Yo nos imagino viejitos, de bastón, encontrándonos: Hola, que tal? Salimos esta noche?"
Yo no puedo imaginarme viejita, creo que no me da el cuero para tanto, yo no puedo imaginarme con vos. Chau…
"Dame un beso, aunque sea el último"
El último.

Isabel Estercita Lew

lunes, 1 de diciembre de 2008

Zoológico

En aquel zoológico entraban todas las especies, incluyéndonos, estábamos expuestos al público y a lo público, comíamos del mismo plato, aunque no compartíamos la misma celda puesto que era necesario preservar la especie, por cierto, muchos cuadrúpedos estaban en extinción, así como algunas aves, peces y rastreros, la nuestra también, pero por elección, lo que no era el caso de ellos.
Nos adaptamos a ese medio con bastante facilidad, teníamos casa, comida, servicios médicos, e infinidad de asociaciones protectoras y entidades protegiéndonos. No éramos discriminados ni agredidos, apenas observados con más o menos interés. No pasábamos frío ni calor, estaba todo muy bien hasta que a uno de los de mi especie se le dio por hablar, que de permanecer en silencio, sin hacer absolutamente nada además de exponerse al público, nada de esto habría ocurrido.
Fue entonces que uno gritó: Pero es gente enjaulada!
Después vinieron las protestas y los cortes de jaula y el circo de siempre y de costumbre.
Nos sacaron del zoológico sin lógica y ahora estamos aquí, en las calles, nadie nos observa ni nos arroja nada. Muertos de frío, de hambre y carentes de público interesado.

Isabel Estercita lew

Meu Sol Maior eu Dei pra Você



Sinto muita falta
de nossas noites
de nosso samba tresnoitado
desses lençóis arrepiados
com cheiro de nós dois
vê se me liga
vê se se liga
o que fazer com meu amor?
vamos lá, meu bem.
O samba também sente falta
meu violão está sozinho
querendo seu sol maior
seu dissonante
seu acorde eterno
meu violão e eu
queremos você.
já tirei de cor sua música
seu corpo morno
sua boca, sua mão descarada
suas porradas e seus beijos também
dei pro samba e pro candomblé
toda minha fé
minha perdição
meu sol maior
porque eu amo você.

Isabel Estercita Lew

domingo, 30 de noviembre de 2008

Mi casa abierta


En casa ha parado y para mucha gente. Gente que conocí durante mis veinte años viviendo en Brasil, gente que conocí viajando mundo afuera, amigos de mis hijos, amigos de otras provincias, amigos en situaciones límites, amigos en conflicto de separación. Esta es la primera vez que en mi casa para un yanqui. Es amigo de un amigo de un amigo y finalmente solo sé que está parando en casa. Tiene veinte años y un affair con mi hija, en diciembre apenas cante el gallo regresa a su Kansas. Es músico y por casa no faltan instrumentos ni incentivos, y la música es uno de los encuentros culturales con menos disidencias.
Los amigos de casa le dicen yanqui, y puesto que su nombre ya me resultaba difícil de recordar y de pronunciar, acabé y acabamos todos por llamarlo o referirnos a él como yanqui, o "Che, yanqui".
A veces quiero hacerle preguntas del tipo: "Che, yanqui, ¿que se siente ser uno de los países más odiados del mundo? Che, yanqui, ¿que pensás de la guerra tal o cual? ¿De la escuela de las Américas, de la de Chicago, de esto y lo otro? Pero no lo hago, no sé porqué, quizás porque tiene veinte años y aparentemente el cerebro poco lavado, quizás por temor a su respuesta, quizás porque sería totalmente al pedo. Sin embargo, él no tiene ningún tipo de tapujos al preguntar: ¿Qué pensás de la cumbia villera? ¿Por qué hay tantas camisetas y fotos del Che? ¿Por qué los tacheros me preguntan todo el tiempo lo de la crisis, lo de Obama? ¿Por qué en Buenos Aires comen poco mariscos y comen mucha tira de asado y poca bola de lomo que es tan rrrica? ¿Por qué usan boludo para casi todo lo que dicen? ¿Por qué los porteños hablan así, y los de Corrientes hablan asá?
Entonces yo, que tengo respuestas propias, que no me adueño de verdades además de algunas mías que no tienen retorno, le respondo: Mirá yanqui, del Che te puedo hablar, decirte sobre lo que me pasa a mí, del resto también, quizás con menos convicción, pero prefiero que te respondas solito, si querés saberlo, sentí, metete en la piel de mi pueblo, yo también quería preguntarte algunas cosas, pero me puse en tu piel y no te pregunté nada.


Isabel Estercita Lew

sábado, 22 de noviembre de 2008

La terraza bien dotada


De vez en vez me siento a mirar el cielo en la bien dotada de estrellas terraza de mi casa. Me llevo una rica caipirinha, cuando encuentro el limón verdadero, algunos puchos, y me quedo entregada sin más a la belleza del cielo.
Muchas cosas han pasado por mi terraza, amores, charlas entre amigas, fiestas varias, la muerte del cielo cuando Guillermo… pero ahora no quiero hablar de eso, quiero hablar de lo que me viene pasando hace mucho tiempo, no siempre, pero me suele suceder que cuando miro un rato fijamente la luna, se le empiezan a descolgar gentes, gentes diferentes y se sientan junto a mí y conversamos en varios idiomas que desconozco, pero que en ese momento puedo hablar y entender, son gentes o seres de otros mundos que aparentemente estaban en sus terrazas, o como se llamen, mirando lo mismo que yo y que de repente se aparecen en mi terraza como si nada.
No sé por qué nunca me asusto, me encanta intercambiar ideas con ellos, no me preguntan quien soy, ni de donde vengo y para donde voy. Eso es perfecto, pues no sabría lo que responderles. Tienen una fisionomía distinta a la que estamos acostumbrados, pero así son, diferentes.
Me contaron que a ellos les había pasado algo parecido a lo que nos viene pasando en nuestro planeta.
Se les estaba pudriendo todo, se les acababa el agua, la comida, se les jodía todo, tenían como nosotros gentes dueños y decidores de todo, y que cuando los dueños y decidores de todo habían acabado con más del noventa por ciento de las gentes y de los recursos de su planeta, y por tanto les quedaba poca gente que trabajara para ellos, y que cuando ya no había más planta que creciera por si misma, y que además de cucarachas o similares no había más bicho vivo, fue entonces que decidieron que lo de ellos no daba para más.
Ya era tarde, más tarde que nunca. Las gentes mágicas de esas tierras habían partido con naves imaginarias, que era lo más concreto que tenían, lo único que pudo sobrevivir, así estaban viviendo ellos. Tenían todo el cielo para sí, sin embargo extrañaban el verdor, la tierra firme, las cosas tontas, los cotidianos, las charlas simples, las risas.
Me recomendaron que embalara en breve, cuando yo también hiciera ese viaje, todo el verdor que pudiera, bastante poesía y música, a los amigos, todos. Sí, hicieron hincapié en la música, en la poesía, en la risa, en los amigos y otras muchas otras cositas, porque ninguno de ellos había pensado en eso y se quedaron sin nada. Por suerte de vez en vez podían aterrizar en una terraza bien dotada como la de mi casa, por suerte de vez en vez podían encontrar poesía música y otras cosas que interesan.

Isabel Estercita Lew

lunes, 17 de noviembre de 2008

Mi Baulcito


Tengo un baulcito que escondo muy bien a la vista de todos y por eso mismo nadie lo ve.
A veces me da miedo abrirlo, y otras, como anoche, después de medirle la velocidad a las estrellas fugaces me llené de coraje e invité a la luna a cenar en casa, Astor que siempre tuvo las llaves entró sin permiso y se puso a tocar el bandoneón a mi lado.
Cuando la mágica velada llegó a su fin, sin pensarlo un segundo me metí a revolver el baulcito.
No es muy grande, pero parece tener un fondo infinito, siempre encuentro lo inesperado, lo que creía perdido. Esta vez me encontré con una muñeca recitadora de poemas que me había regalado un amigo trotamundos. No tiene exactamente esa cara de muñeca típica, su rostro nunca está igual y es muy temperamental, a veces amorosa, otras una salvaje sin escrúpulos. Anoche estaba de buena cara y me recitó Guitarra de Nicolás Guillén…

GUITARRA


Tendida en la madrugada,

la firme guitarra espera:

voz de profunda madera

desesperada.


Su clamorosa cintura,

en la que el pueblo suspira,

preñada de son, estira

la carne dura.


¿Arde la guitarra sola?

mientras la luna se acaba;

arde libre de su esclava

bata de cola.


Dejó al borracho en su coche,

dejó el cabaret sombrío,

donde se muere de frío,

noche tras noche,


y alzó la cabeza fina,

universal y cubana,

sin opio, ni mariguana,

ni cocaína.


¡Venga la guitarra vieja,

nueva otra vez al castigo

con que la espera el amigo,

que no la deja!


Alta siempre, no caída,

traiga su risa y su llanto,

clave las uñas de amianto

sobre la vida.


Cógela tú, guitarrero,

límpiale de alcohol la boca,

y en esa guitarra, toca

tu son entero.


El son del querer maduro,

tu son entero;

el del abierto futuro,

tu son entero;

el del pie por sobre el muro,

tu son entero. . .


Cógela tú, guitarrero,

límpiale de alcohol la boca,

y en esa guitarra,

tocatu son entero.

Isabel Estercita Lew

sábado, 8 de noviembre de 2008

Henry y June


Fred, María y Uma
Leyendo el Blog de Marcelo, "La menor idea" donde hablaba de París, me vino a cuento la película basada en el diario de Anaïs Nin, creo que se estrenó en 1990, la dirigió Philip Kaufman. Fred Ward, María de Medeiros y Uma Thurman interpretan, a mi modo de ver, fantásticamente estos tres personajes. La vi más de tres veces y puedo volver a verla sin cansarme nunca. Yo encarné a Anaïs, para mí es suprema y hace todas las cosas que yo desearía hacer pero no siempre me atrevo o no siempre se atreven. Ahora estoy escuchando la banda sonora, y viajo mucho más allá de los bastidores, viajo al centro de sus protagonistas y protagonizo esos amores intensamente descarados, amo al machista de Henry, lo amo y le doy vida. Esta noche dormiré con él.

Isabel Estercita Lew

viernes, 7 de noviembre de 2008

Enferma terminal


Hace algunos días realicé mi visita de rutina al médico. El cambalache de mi obra social los cambia constantemente, y yo que soy bastante paranoica, necesito contención, cosa que había logrado con la doc clínica que me atendió durante tres años. Antes de llegar a este pasé por un par pero no me gustaron, en realidad este tampoco me gustó, tenía aquella cara de sabelotodo yosoylomás vos una mera paciente. Lo guitarreé un poquito pero hizo oídos sordos a mi música, me fui silbando bajito a la toldería y mal, mal porque nunca aprendí a silbar.
Ya en casa revisé minuciosamente todos los estudios que me había mandado a hacer, la mayoría eran conocidos, pero había un par nuevo, por lo que busqué en Internet motivos y causas de tales estudios. Me preocupó uno con un nombre claramente escatológico, me reservo el compartir esta información, el tema es que en las informaciones encontradas, yo podía estar con cáncer, anemia o mal de Chagas, entre otras atrocidades.
Dada mi situación terminal, los síntomas comenzaron a manifestarse por todo mi cuerpo, y como soy casi atea y bastante agnóstica le pedía al cielo y a algunos pájaros que me libraran de tanto sufrimiento. En algunos segundos me sentí mejor, era un alivio temporario. No debía perder más tiempo, las cosas tenían que estar en orden antes de mi partida definitiva. Mis bienes materiales eran poquísimos, que mis hijos usaran lo que lo que les sirviese y que repartieran el resto con quien se les antojara. Quemé algunos escritos que no servían para nada y que me daban mucha vergüenza, tiré algunos cuadros que ni a mí me gustaban. Mis cuentos están archivados, mis canciones grabadas, mis oleos en la pared, otras obras menores en mi compu…
Hace un rato me llamó él, el que me llama a veces, y con el a veces nos amamos. Creo que es un juego del destino, hacía mucho que no estábamos juntos. Yo siempre dije que quería morirme amando.

Isabel Estercita Lew

sábado, 1 de noviembre de 2008

MIERDA MEDIOS, MEDIOS DE MIERDA


'Basta con que un hecho sea lanzado desde la televisión -a partir de una noticia o imagen de agencia- y repetido por la prensa escrita y la radio, para que el mismo sea acreditado como verdadero sin mayores exigencias… "
Qué cagada, hermano, estamos en el horno, estamos en problemas, porque los medios exhalan, enfocan y repiten mierdas.
Los medios son máquinas de comerte el cerebro y de celebrar su cometido. Te ordenan, te desordenan, te cogen por donde menos te gusta, te hacen trabajar, te embarazan de dolor y cretinicie, te abortan y te hacen amamantar al feto.
Pero pareciera que el sufrimiento sabe más placentero que el propio placer, así vamos, comprando marcas, desquicios, tragedias, hasta morirnos de todo eso sin al menos saber quien somos y de qué se nos antoja morir.
Estos cerdos con alas nos comen la cabeza, y eso nos gusta, porque somos perezosos y es mejor depositar en el otro y al carajo, para qué pensar, mierda, para qué?

Isabel Estercita Lew

Verde y Amarilla


Hoy amanecí con la banda sonora de que lo que quiero vivir
Mi canto y mi baile son verdaderos, soy un carnaval hechizado de vos
Esto mi negro es sincero, tu ritmo me puede, me mata, me encanta
Hay un mundo allí afuera del que hoy no quiero saber nada
me muero de pasión y me parece que hoy ser feliz es eso.

Hoy estoy verde y amarilla, hoy estoy así, loca por vos.
Haceme el amor, decime mentiras bañame en tus aguas
soy tu Iemanja, tu Pomba Gira, tu amante prohibida
hagamos esas cosas locas que me hacen enloquecer.

Ahora soy tu reina copuladota, sacerdotisa atrevida
no puedo esperar, me estoy quemando
el deseo es torpe, poco sabio, libido loco
despiadado y recalcitrante.

Vamos negro, nosotros podemos ser música,
instrumentos de placeres y baile,
deseos que se realizan todo el tiempo
sin tiempo, ilusión cretina de los desesperados
pero desesperar jamás
hacerlo todo, sí, como nunca más.

Isabel Estercita Lew

Mi guitarra está retobada, algunos acordes se me perdieron pero como mi grabador ya tiene pilas todo es posible para concluir esta melodía.

viernes, 24 de octubre de 2008

Apología del crimen


A veces me dan muchas ganas de salir a matar canallas, yo sé que esas ganas las tenemos todos, pero estoy segura de que mis canallas y los tuyos son distintos, puesto que yo puedo ser tu canalla y vos el mío.
Pero si en lugar de pensarlo mucho, simplemente me dedicase a matar canallas, elegiría a los grandes, pues los canallitas, siempre súbditos de los grandes mueren por si mismos al perder a sus referentes.
Si mato a los grandes canallas que usurparon la tierra de los Mapuches, de los Tobas, de los cronopios y tantos otros, no les resolveré el problema, pero les quitaré la mayor piedra del camino, y ellos verán como siguen su vida.
Si mato a los grandes canallas que pudren la tierra, el agua y los cielos, esos que matan de hambre para saciar su asquerosa codicia, no resolveré el hambre, el cáncer o las putrefacciones que han dispuesto, pero quitaré la mayor piedra del camino para que eso no siga ocurriendo.
Ya no creo en revoluciones, ni concientizaciones, ni todo ese verso de justicia social que nos venimos comiendo… hay que salir a matar canallas, después que cada uno haga su camino, y si en ese camino nos tornamos canallas, alguien tendrá que salir a matarnos, a matar a los matadores de canallas.

Isabel Estercita Lew

ÉPUISÉ



Fui la barricada en mayo del 68, iba inventando ideales de euforia, me di a las calles, levanté adoquines, hice el amor con estudiantes y obreros, pinté paredes, besé a Sartre, tenía todo, no era nada, estaba comenzando a dejarme ser… la locura fluía desde mis poros, me sentía capaz de cambiarlo todo y tuve tanta fuerza que los dueños del poder aceptaron mis reivindicaciones, no era lo que esperaba, me sorprendieron y ahora estoy junto a ellos para ahogar toda insurgencia futura que intente quitarme de aquí.


Isabel Estercita Lew

domingo, 19 de octubre de 2008

Historias e Histerias de Mauá


El cuento eróticos, Historias e Histerias de Mauá, lo escribí hace bastante tiempo, luego escribí una novela del mismo género que fue finalista de La sonrisa Vertical y que voy a publicar en un nuevo blog. Si me animo.


I

Teníamos que caminar media hora desde la ruta hasta casa.
Después de un año de deseos, planes y rezos y con el sacrificio de papá y el tío de María, ya era nuestra la casa de Mauá (Vizconde de Mauá, Belo Horizonte, Brasil.)
Las paredes exteriores eran casi blancas, porque las enredaderas se habían encargado de pintar buena parte de ellas de verde.
Yo instalé mi escritorio y María su atelier junto al ventanal que ocupaba todo el frente de la casa. Desde allí un cerrado monte de pinos descendía barranca abajo hasta la ruta. Este monte era impenetrable, lo cual dejaba a papá y sobre todo al tío de María tranquilos, en lo que se refería a la seguridad de una parte de la casa.
Cuando llegamos, la casa olía a eucaliptus y leña, en poco tiempo los óleos de mi amiga y el arroz integral se integraron, creando nuestro propio olor.
La cocina y el bar, eran un mostrador en forma de L, con pileta, heladera y armarios incorporados. Nuestro dormitorio era en el entrepiso. Junto a mi cama, instalé mi baúl de pirata, donde guardaba la ropa y mis libros preferidos. María tenía junto a la suya, un pequeño armario blanco niñez.
Bajo el alero en la galería, Tonto, nuestro perro, marcó territo­rio. Fue tambien el sitio favorito para el mate y para perder la mirada.
El único lugar privado de la casa era el baño. Para nosotras eso no importaba, teníamos nuestro código de miradas, mucho más eficaz que las palabras.

- ¿Caty, sabés una cosa? Nos olvidamos de comprar algo para comer sin cocinar.
- ¡Qué cagada! No tenemos gas. Hasta el pueblo yo no voy, pero si te animás a prender unas leñas, termino de sacar lo de esta caja, voy hasta la granja de Tomás, compro un pollo y algo para ensala­da.
- Está bien, no hay otra. Ojo con el viejo Tomás, tiene una cara de degenerarado...
Esa noche, de tan cansadas, acabamos dormidas sobre almohadones. Tonto nos despertó ladrando como el propio perro que era. María se levantó, le pegó unos gritos y sin la mínima curiosidad de enterarse del por qué de sus ladridos, cerró la puerta que habíamos olvidado abierta.
Por la mañana llegó su tío Al y nos llevó hasta la granja. María con su discreta postura seductora, se burló del viejo Tomás. Después fuimos al pueblo, compramos gas y víveres como para un mes.
Me parecía increíble que todos supieran que éramos las nuevas dueñas de "La casa del Tano". La gente nos examinaba de forma grosera, nosotras jugábamos para tornar menos pesada, la pesada situación.
Una pareja de artesanos que vivían cerca nuestro, nos había caído bien. Tuvimos con ellos un corto diálogo con probabilidades de futuro.
Tío Al ya había analizado todas las situaciones peligrosas a las que nos exponíamos viviendo solas en ese lugar: Nos podían atacar para robarnos, para violarnos o para molestarnos, porque a esa gente no les gustaban los de la ciudad, mucho menos dos muchachas solas.
María lo apuró despidiéndolo con muchos besos y asegurándole que nos íbamos a encerrar con candados.
- De haber sabido que tu tío iba a romper tanto me compraba la casa sola.
- No le des bola, yo no le doy, le digo que sí a todo, y ya está.
- Vos no te calentás por nada, María.
- Cortala, no tengo ganas de discutir, está todo muy bien.
- Bien para vos.
- ¿Con qué guita te la hubieses comprado sola Caty? ¿Con la miseria que te paga el imbecil de Pérez?
- Con lo que sea, pero sin tío Al.
- ¡Que te diviertas Caty! Me gritó María y se fue dándole una patada a Tonto que estaba en su camino.
Ya me había arrepentido de lo dicho, tuve la sensación de haber comido un montón de comida con carbohidratos y grasas, justo el día que me había propuesto comenzar la dieta, y que deseaba vomitarla y no conseguía. Tenía la maldita manía de seguir discutiendo a pesar de saber que no debía.
Tío Al no era apenas su único pariente, la había criado desde pequeña, cuando sus padres desaparecieron.
Habían pasado algunas horas, era de madrugada y mi amiga no volvía. Estaba preocupada y no me podía concentrar en mi trabajo. Tenía apenas dos días para entregarle el guión "al imbécil de Pérez", y no me salía nada.
- “Che Caty, mirá que tengo una fila de mil queriendo trabajar para mí. Total para escribir estas porno-chanchadas, no hay que ser ningún genio universitario. ( Me retó Pérez)
- Te prometo que hasta el viernes te lo entrego. En Mauá me inspi­ro enseguida, el lugar es...
- Que inspirar, ni inspirar, aquí el negocio es producir y mucho, que es igual a guita. ¿Me explico? Para los pajeros no hay recesión, ellos me pagan muy bien, y a vos te dan de morfar. - Mirá nena, si hasta el viernes no me entregás el guión, buscate otro laburo.
- ¡Cerdo! (le dije bajito)
- ¿Qué te pasa a vos?
- Nada Pérez, estaba cantando.

María llegó como a las cinco, con la ropa rota y sucia de barro, pero su rostro estaba plácido, entonces me quedé tranquila.
- Al principio fue horrible (Comenzó a contarme excitada) El viejo Tomás me agarró cuando estaba yendo para la cascada; la gente de aquí nos huele. Como te decía, estaba borracho, traté de zafar pero no pude. Tenía un látigo como el de Indiana Jons, ¿Sabés? Cada vez que me escapaba me atajaba las piernas con él; yo caía. Ya me estaba cansando, iba a darme por vencida, pero él me ató antes y empezó a romperme la ropa. Yo le dije: todo bien, pero sin violencia. O no me escuchó, o no me creía, o no quería hacerlo normal.
Por suerte no me lastimó, pero me chuponeó todas las tetas, el cuello y los hombros. Con mi pomadita mágica en una semana no tengo más marcas.
Lo que me asustó al principio fue su pene, nunca había visto de ese tamaño. Con sus rodillas me abrió las piernas, tuvo la delicadeza de escupirse en la mano y frotar la saliva entre los labios y dentro de mi vagina, pero cuando me metió todo eso grité, me dolió, no pude relajarme. Se movía como un loco, estaba muy caliente, me dijo que tenía leche para dejarmela adentro por un mes o más.
Se entretuvo un buen rato, después acabó como un dios y se quedó medio dormido de costado. Yo me fui desatando despacio y corriéndome de su lado.
La luna le daba justo en la cara; me quedé mirándolo un rato. Asi sereno, no me pareció ni tan viejo ni tan feo, era un rostro viril, muy marcado por el sol. Tenía pelos en algunos lugares del rostro, y tambien rasguños, como quien se afeita sin espejo. La camisa a cuadros des­abrochada, mostraba un pecho y una panza peludas, como te gusta a vos. Sus manos eran grandes, ásperas y brutas, como me gusta a mí. Muy interesante; hasta me dieron ganas de pintarlo algun día.
Se despertó de golpe; asustado. Me paré frente a su cuerpo, que echado junto al arbol, en ese instante parecía la continuidad del mismo. Lo miré con firmeza, hablándole como si el poder no fuera más de él.
- Tranquilo; levantate y seguime, le dije.
Caminé hasta la cascada, sintiendo sus pasos dudosos detrás de mí. A los pocos metros, llegando a las piedras, me quité la ropa, pieza por pieza, de forma extravagante, sin llegar al grotesco. Caminé desnuda unas pocas piedras hasta meterme bajo el agua. Estaba helada pero hermosa, mis pezones estaban parados del frío y me corrí del agua para que me viera. Le ordené que se quitara la ropa y que se acercase a mí. Me obedeció, entonces me quedó claro que quien lideraba en ese momento era yo, aunque cuando lo vi venir hacia mí, con su pene adquiriendo cada vez mas volumen, dudé.
No podía quitar mis ojos de aquel miembro, te juro que nunca vi nada igual. Peludo ¿Sabés? Una línea sensual entre el pecho, la panza y el pubis.
Preocupada con el SIDA, le pregunté si lo hacía con muchas muje­res, me respondió que con la suya, cada muerte de obispo. Le di un beso para que se callara y nos seguimos besando bajo la casca­da.
Se sentó sobre una roca, me atrajo hacia él y como si nunca hubiese visto un par de tetas, inspeccionó con sus manos torpes mis pezones, luego me las masajeó enteras. Después bajó con sus manos hacia mi trasero. Me perdí en sensaciones por todo mi cuerpo; aunque antes de perderme totalmente, quise tocar su pene. Era suave, muy grande, parecía querer explotar en mis manos.
Abrí las piernas y me senté sobre él, despacio, tratando de no perder ninguna sensación. Entró entero dentro de mí y esta vez no me dolió. Acabé al instante por primera vez, luego muchas más.
Miré la luna espiando nuestra escena. Era mi luna obscena. Acaba­mos juntos aullando hacia ella.
Pensé en vos, en que estarías preocupada. Lo creí derrotado y le dije que me iba. Me ordenó sin mucha convicción, a que me pusiera de cuatro. Su voz estaba agotada; yo no había perdido el mando. Le dije que otro día. Le di un beso y me vine.

- ¡Gracias María, gracias! (Le dije a mi amiga, que me estaba obsequiando el guión.)
- ¿Qué te pasa Caty, te volviste loca? No lo puedo creer, ¿vas a usarme a mí, tu mejor amiga?
- Pero sin nombres de lugar, ni de personas. Te lo juro María. Con esta lo cago al imbécil de Pérez.

II

El viernes fui a la ciudad para entregarle el guión. Pérez lo leyó y no dijo nada, lo que significaba que le había gustado.
Esperé un rato largo en la oficina para que me pagaran, no se me había ocurrido que David podría aparecer por ahí. Cuando lo vi, tuve el impulso idiota de esconderme en el baño. Leí todas las consignas de las puertas haciendo tiempo para que se fuera. No había nada nuevo ni original: "Pérez es trolo" "Mario te requiero" " El pueblo unido... " El pedo es un..." Punkis al poder, dejen de joder"...
Mi relación con David fue nefasta, pero aprendí lo más trivial y lo más difícil: "Mejor sola que jodidamente acompañada".
Yo tenía una beca en la escuela de arte. Él estaba esnobando en la escuela de arte.
Mi profesor de armonía era muy armónico y hacía sorteos para determinar los grupos de trabajo. Nos tocó a él y a mí. Juntos.
David me recitó un verso y yo, estaba muerta de sed de poemas. Las únicas referencias de amor y de cariño que tenía, eran papá, Miguel y Diego, el resto fue sexo y vídeo clips, sin drogas.
Hicimos el amor por primera vez andando a caballo. Las víctimas fueron el caballo; inverosímil, y mi pobre brazo que terminó enyesado.
David era bonito, aunque sus labios eran finos, y una bruja amiga decía que había que desconfiar de los hombres de labios finos.
Después del incidente del caballo, pasamos juntos dos semanas hermosas; las únicas de nuestra relación.
Me mudé por algunos días a su casa, debía cuidar mi brazo. Él me ayudaba con las tareas y nos sobraba tiempo para jugar y amarnos.
David vivía en una casa lujosa y grande, con su padre y su tío; lamentablemente conocí a todos muy de cerca, además de un clan muy original de sujetos, que eran sus amigos.
Mi autoestima se esfumó repentinamente en un ascensor del edificio del correo, cuando en una de sus demandas de: "sinohacesloque­quieromevoyparasiempre", lo chupé temblando de miedo y de vergüenza a que la puerta se abriese en ese instante, y me encon­traran con la boca en la masa.
Esta escena y la de abrir los ojos después de mis gritos eufóricos tras un orgasmo, y encontrarme con un público macho de cinco de sus amigos, marcaron el final de nuestro idilio. Nunca me había sentido tan expuesta en mi vida, y me prometí que jamás volvería a hacer eso conmigo.
Cuando salí del baño, David me esperaba. Me preguntó sarcásticamente si le daría mi nueva dirección, o tendría que conseguirla por ahí. Le respondí que la única persona que podría darle mi dirección era yo, y que felizmente hacía algunos meses había recuperado mi dignidad, por lo que no había ninguna intención de dársela.
Su rostro estaba inflamado al punto de estallar. Me preguntó quién mierda me creía que era. Le pedí espacio y aire ya que precisaba respirar, y su aliento hueco y alcohólico me lo impedían.
Me sujetó del brazo fuera de sí, cuando apareció Pérez preguntándole si pensaba comprarle algunas películas. David le respondió gesticulando sin dejar de señalarme, que para qué compraría esa mierda, si tenía el espectáculo a su lado en vivo y en directo.
Ya sin paciencia, Pérez le ordenó que se marchara de su empresa. David no obedeció y comenzó a insultarlo; Pérez hizo una seña, y aparecieron sus tres gorilas; lo arrastraron hacia afuera, y como él no se conformaba, le dieron su merecido.
Iba a agradecerle a Pérez, pero no combinaba con nuestra rela­ción. Él se adelantó diciéndome que no tenía tiempo para perder con pendejos, que teníamos que producir.
Me mostró un proyecto para una nueva productora diciéndome casi eufórico: - Tenés una semana, apenas una, no me enrosques. Traémelo entero y con toques artísticos si querés, es nuestra gran oportunidad.
- ¿Nuestra? Le pregunté. Hizo de cuenta que no me escuchaba y continuó: -Traeme el guión el viernes, me dijiste que Mauá te inspiraba, es el gran momento para demostrarlo. ¡Chau!
- ¿No te estás olvidando de nada Pérez?
- ¿Yo? Ha, sí. ( Metió la mano en el bolsillo con su habitual dificul­tad y me pagó.)

III

Tonto me había olfateada a un kilómetro. Ladrando y haciendo fiestas, fuimos hasta casa; yo ya comenzaba a sentirme feliz. Nunca había extrañado tanto un lugar.
María estaba eufórica y llena de novedades, nos sentamos en la galería con el mate puesto. Comencé yo contándole la parodia de esa tarde con David y el ahora "menos idiota de Pérez". También le comenté que me había encontrado hacía poco con Raúl y Julia, los artesanos, y los había invitado a que vinieran una tarde a tomar mate.
- Ahora te cuento yo. Dijo María. - Voy a empezar por el final para ir dejándote con las ganas. Además quiero aclimatarme porque me da un poco de vergüenza.
Las últimas palabras de María me provocaron un acceso de risa, estaba con la bombilla en la boca y el mate me salió por la nariz. Tras darme unas palmaditas, se concentró en el relato.
- El viejo Tomás estuvo aquí de mañana. Seguramente sabía que te habías ido. Te cuento la despedida.
- Tomás, me gusta hacerlo con vos, pero estoy confundida; tengo pareja y no sé si debo dejarla para que vivamos vos y yo juntos. Se puso rojo como un tomate, y tartamudeando me preguntó como si no creyera lo que había escuchado
- ¿Vi-vi-vir co-co-con-migo?
Me hice la tonta y le pregunté indignada si él no quería vivir conmigo. Tomás, cada vez más cerca de la puerta murmuraba como si alguien pudiera escucharnos que tenía familia, mujer, hijos y que los vecinos y que su yegua...
Lo miré con mi expresión más triste y le dije decepcionada que lo entendía, que no se preocupara por mí, que haríamos de cuenta que nunca nos vimos.
El viejo Tomás estaba a punto de salir corriendo, pero lo sujeté tratando de abrazarlo. Se libró de mí con fuerza, y mientras huía, balbuceaba que era mejor hacer de cuenta que no nos conocíamos. Antes de desaparecer de mi vista, se volvió suplicándome que no lo buscara nunca más. Traté de decirle que nunca lo había hecho, pero ya estaba lejos. Tonto lo siguió ladrándole enojado, como haciendo parte del teatro.
Me puse de pié aplaudiendo a María y gritándole bravo; ella reverenció y me arrojó besos con las dos manos. Después de reírnos un rato, le pedí la historia desde el principio y con lujo de detalles.
- No lo puedo creer Caty. ( Me dijo poniendo cara de enojada) - ¿Vas a escribir otro Guión?
- ¡El último. Te lo juro!
- Juralo.
- Lo juro por David. (María me pellizcó y continuó con su historia y mi guión)
- Cuando lo vi plantado en la puerta con sombrero en mano, lo hice entrar y fui a buscar el Fritolim. Él me preguntó si había mosquitos, le dije que no era repelente, que era “rocío vegetal oleoso en aerosol". Como él no entendía nada, yo agarré una olla y le dije: Tocá aquí adentro. ¿Ves, está áspero? Ahora echale un poco de esto. Acompañando su mano le hice acariciar el fondo de la olla, entonces le susurre bien próxima - ¿Viste que suave? Así no se lastima ni la olla, ni la comida, y podemos disfrutarla con mucho mas placer. Enseguida vas a comprobar como fun­ciona en la práctica.
Fui hasta el mostrador del bar y le ofrecí un trago, él me abrazó por detrás sujetándome los tetas. Yo usaba apenas la camisa de Ernesto, como siempre de mañana. Sin soltar mis pechos deslizó la otra mano hasta los muslos, levantó mi camisa acariciándome la cola. Dijo que nunca había visto una colita tan linda, que se la debía. Se arrodilló y comenzó a mordisquearla. Hubiese preferido que fuera más delicado, pero el tipo es bruto por naturaleza; me adapté rápidamente a la idea.
Se desabrochó y bajó los pantalones a toda velocidad.
- Ahora entra el Fritolim, le dije entregándoselo. Abrí las piernas y me incliné nuevamente sobre el mostrador, le señalé con el dedo donde debía rociar; sentí el aceite entrando. - Ya está bien, le dije. Tomé su pene y lo deslicé por mi cola.
Me rogó que lo dejara metérmela en ese instante, que iba a explotar. Le pedí que lo hiciera con cuidado. Ya te conté el otro día que la tenía muy grande. Me obedeció y pude relajarme.
Nos empezamos a mover cada vez más, hasta que caímos al piso. Me puse de cuatro, estaba frenético; se me quedó prendido como perro en celo.
Acabó dos veces y no largaba, a mí me costaba acabar y empecé a tocarme el clítoris; él se dio cuenta y me remplazó.
¡Que manos que tenía el viejo! Metió un dedo en mi vagina y con el resto manipulaba los labios y el clítoris. Todo, hasta que acabé y él tambien.
Le serví un vaso de vino, no fuera cosa que se me muriera; se lo mandó de un trago. Fui al baño a lavarme y cuando volví lo encontré roncando desnudo en el piso. Lo observé; la luz que entraba por la ventana era fantástica, le puse el sombrero sobre el rostro, un vaso de vino lleno al costado y la botella también, le saqué una foto por las dudas se despertara antes de que pudiera hacer el esbozo en la tela. Trasladé el caballete junto a él, y manos a la obra. Durmió como dos horas, y apenas se movió, rajé con el caballete y escondí el cuadro.
Para disimular entré a ducharme, él apareció en la puerta del baño, me preguntó medio desconfiado que había hecho en cuanto él dormía, le respondí que había terminado un cuadro que tenía pendiente.
- ¡Vení vamos a bañarnos! ¿O no te gusta el agua? Me apresuré para distraerlo del tema.
Lo enjaboné, y él a mí. No me gustó verle el pene laxo, y empecé a chupárselo; no tardó en crecer. Él se movía y yo me atragantaba, le sugerí entonces que hiciera lo mismo conmigo. Se sentó en el piso y encajó mi vagina sobre su boca, me introdujo la lengua entera, me mordía, me comía... me agarré del barrote porta toalla, y quedé con las piernas en el aire, mi eje era su boca en mi sexo. Sentí mis convulsiones de orgasmo múltiple y con las rodillas me aferré a su cabeza apretujándola.
Cuando concluí con mi volcán, quiso que se la chupara nuevamente. Me senté frente a él obediente, después me acosté, y él se puso de rodillas frente a mí, tomó su pene con ambas manos y me lo introdujo con fuerza. El agua caía sobre nosotros y su cuerpo contra el mío hacía efecto sopapa.
Cuando acabó se molestó porque no dejé que me bese. Ya sabés que las despedidas definitivas para mí son sin besos.
- ¿Por qué estás tan segura que es definitiva?
- Porque es lo que quiero. El viejo descargó leche como para el resto de su vida, y con mi argumento final, el que te conté antes, ¿pensás que se me va a acercar?.
- No. ¿Y la pintura? ¿No se te ocurrirá exhibirla en la feria de los Domingos?
- No sé, lo voy a pensar, aunque no hay problema. -¿No te acordás que le tapé la cara con el sombrero?. Podrían reconocerlo por el sombrero... Ese riesgo lo corro.

Esa noche estaba desvelada. Mientras me balanceaba en la hamaca paraguaya de la galería, los pinos me danza­ban una Isadora Duncan. Tonto estaba a mi lado, María dormía con un cansancio de siglos.
Imágenes que no deseaba ver, se habían instalado en el centro de mis ojos. Mis órganos me pedían que las callara, mis nervios me rogaban, algo dentro de mí imploraba, por lo que no tuvo vergüenza y jamás la tendrá.
David volvía, no exactamente él, volvía lo que más odiaba de él en mí misma.
Desde el primer día, cuando sentí su olor, presentí que él sería el peor de mis fracasos, lo peor que podría hacerme a mí misma.
Los hombres que habían estado junto a mí, me querían demasiado bien para mi estado de castigo en la época. Cuando doblé la esquina en torno de la vida de David, estaba retando a muerte mi instinto de sobrevivencia.
Después de las dos semanas de ternura, mientras mi brazo se curaba, conocí a su padre y también a su tío, que no era lo mismo pero daba igual.
Precisaba creer todo lo que David me contaba. En aquel momento era sobre su tío, que volvía de la pérdida de una fábrica de lencería a reiniciarse en el ramo.
Me pidió que me probase las nuevas creaciones. Su padre y él pretendían alentarlo. David estaba seguro que cuando su tío viese sus creaciones en mis formas perfectas, recobraría la autoconfianza.
No vacilé, estaba encantada de poder complacer a David. Me probé la primera tanda de ropa íntima. El tío me sacaba fotos y el padre filmaba. David me contemplaba sonriéndome con dulzura y orgulloso.
Pasé dos horas probándome esa ropa, pasé a no creer en lo que estaba haciendo, pero igual seguí. La mirada de David me acorra­laba. Yo hubiese hecho lo que fuera para tenerlo a mi lado.
María con su tenaz instinto de mujer me lo había advertido, aún sin conocerlo sabía que David era de los que lastimaba y dejaban cicatrices. Sospechaba que ella tenía razón; pese a todo no la escuché.
En el delirio de las copas de champaña que no dejaban permanecer vacías, me cambiaba corpiños, ligas, medias y bombachas... A pesar de estar casi ebria, aún tenía conciencia de que estaba ocurriendo algo ajeno a mi.
Me vi en una gran cama siendo aplaudida por los dos viejos, vi los ojos de David orgullosos y quise que continuase mirándome de ese modo. Caí en la cama muerta de risa. Su tío derramó champagne sobre mi cuerpo, su padre lo bebía, yo reía de mi propia vergüenza.
No recuerdo el momento preciso en que uno de los viejos me estaba cojiendo, apenas recuerdo que el otro lo apuraba por las dudas se le bajase. Tampoco sé cuánto tiempo los dos viejos tardaron en acabar. Mi cuerpo estaba allí, y yo fuera de él, dirigiéndolo como la Madame del burdel a la novata. Odiándome y creyendo que amaba a David, traté de darles el máximo placer.
Cuando estuvieron saciados, desparramados como dos bultos, junté mi ropa y me largué corriendo en dirección al cuarto de David. En el baño vomité mi propio asco sin derramar una lágrima.
En la mañana David me despertó con café y facturas. Apenas lo vi tuve mi primer crisis de llanto. Él permaneció todo el día a mi lado, mimándome, haciéndome creer que nada había pasado y, aunque hubiese pasado, nada había cambiado entre nosotros, al contrario, " ahora él me amaba más ".
Hicimos el amor durante horas y David me hacía sentir una diosa de la lujuria. Plácidamente chupaba mi clítoris, entonces yo sentía que la muerte era un sentimiento de celos por mí placer.
Lo hicimos en la pieza, en el baño, en la cocina, y cuando su miembro agotado ya no le pudo responder, buscó una zanahoria, la lamió soltándole su aliento para entibiecerla y me la introdujo. Fue mi primer orgasmo vegetariano.
Al otro día nos amamos en la inmensa sala, me sentí acorralada en el piano, me penetró por la cola; levantando mis piernas cabalgó sobre mí. Rompimos tres cuerdas, gocé desvariada, no medí mis gritos...
Desperté de mis convulsiones de orgasmo con público expectante de como cinco machos. Quise morirme pero no tuve suerte.
A David se le había borrado del rostro la sonrisa pulcra de "gracias amor" quizás esa expresión diabólica fuese la de siempre; yo la estaba viendo por primera vez.
Mi mirada de odio hizo con que todos, menos dos de sus amigos, se escaparan.
Ellos me llevaron hasta la piscina. En el agua, iba metabolizando mi sentimiento de pasión y de odio por David en energía pura. Mientras chupaba a uno, le entregaba mi trasero al otro.
Con el pretexto de buscar champaña salí de la piscina y corrí en busca del teléfono para llamar a María, fueron pocas palabras; ella entendió todo y me ordenó que me fuera de inmediato.
Lloré sin parar durante dos semanas. Mi respuesta a los llamados de David, eran silencios colmados de fantasías con diferen­tes formas de abrazarlo y asesinarlo.
El día que desperté sin lágrimas, me miré al espejo y a pesar de tener el rostro hinchado, espantoso, me acaricié. Estaba haciendo las paces conmigo. Juré entonces tomar distancia de todos los David de este mundo.
Hace ocho meses, desde esa época, no volví a tener relaciones con nadie.

IV


Raúl y Julia, los artesanos, nos visitaron una tarde y tomamos mate en la galería. Entre María y Julia la sintonía fue casi mágica. Yo me sentí distante de todos.
Al anochecer encendieron un porro. Mi amiga que hacía tiempo que no fumaba tuvo un ataque de risa, la pareja se contagió y yo, que ni fumaba ni tenía ganas de reír los saludé y me fui a la cama.
Al día siguiente María estaba furiosa conmigo, me dijo que había sido desagradable con las visitas, que parecía una vieja amargada. Le contesté que no me molestaban las visitas, que en este momento lo que más me preocupaba era mi trabajo y prefería estar sola para pensar.
Los dos últimos guiones los había plagiado de ella; mi inspiración en el tema estaba agotada.
María no estaba receptiva, no me escuchaba y acabó encerrándose en su abierto atelier. Aunque al mediodía le cambió el humor, entonces me contó que Raúl y Julia vivían juntos hacía tiempo, pero que ya no se deseaban más físicamente. Nunca había existido pasión entre ellos, lo que había en realidad era cariño y compañerismo. Como la convivencia era agradable, decidieron seguir compartiendo la casa, del mismo modo en que lo hacíamos nosotras.
De tarde vino Ernesto, la pareja de María. Siguiendo nuestros códigos tácitos de convivencia, agarré mi cuaderno y me instalé en el jardín. De noche me recosté en la hamaca paraguaya, el tema de mi trabajo no me salía de la cabeza, acabé tomándome dos whiskys y me dormí.
El llanto de María me despertó. Sentí la caricia de Ernesto en mi cabeza y lo vi marcharse.
Mi amiga me contó que habían estado muy bien hasta que Ernesto le reveló que había pensado en la posibilidad de vivir juntos, que se había cansado de juegos...
Hasta ahora entre ellos había existido un pacto de discreción, y María no sabe por qué sintió el súbito deseo de contarle su aventura con el viejo Tomás. Ernesto dio una piña de furia contra la pared, casi se rompe la mano. Le dijo que se iba, y para siempre.
- No me mires así, dijo María, puedo acostarme con todo el planeta, pero es a él a quien quiero.
Durante algunos días las dos nos sumergimos en el trabajo y el silencio.
Un viernes cuando regresaba de la ciudad, subí muy angustiada por el sendero de Mauá hasta la casa. Le había entregado a Pérez mi último y esforzado guión. Mi amigo Javier, ex pareja de Pérez, me consiguió ese trabajo. Ambos sabíamos que era temporario, yo precisaba de dinero, me sobraría tiempo para escribir nove­las o teatro.
El tiempo ya no me sobraba, lo perdía con los guiones que al principio escribía en poquísimo tiempo.
Raúl y Julia estaban en casa. Apenas llegué fui clara y creo que mi expresión también lo era. Les pedí que me disculparan, que precisaba estar sola.
Julia se levantó de un salto y se fue diciendo que a ella le pasaba lo mismo. María la siguió.
Raúl me dijo que no me preocupase por él, que el silencio no le molestaba, que hiciera de cuenta que era un árbol.
Pasamos la noche en la galería, cada uno sentado en su reposera. Amanecimos despiertos, compartiendo un silencio desbordado de voces íntimas. Cuando el sol acarició el árbol más cercano, Raúl se levantó, me dio un beso y se fue.
No sabía el motivo pero me sentía leve y fuerte, como si hubiese deshollinado mi alma. Al rato llegó María. No podía creer que no hubiese pasado nada entre nosotros, le respondí que pasó algo, pero en una dimensión que yo no sabía explicar.
Mi amiga me contó que Julia aprovechó mi desahogo para darse cuenta que también precisaba desahogarse. Tras llorar un buen rato, le confesó que su vida sin pasiones y sin sexo la estaba agobiando.
Pese a no haber dormido me sentía bien, y María cambió de humor cuando le conté que había llamado Ernesto.
Preparamos un almuerzo especial, brindamos por ningún motivo con vino tinto, y volvimos a reír como siempre.
Esa noche soñé con gente que se moría de hambre y mujeres anoréxicas. Al despertar escribí el sueño; no supe interpretarlo, pero me puse a inventar marcas de pantalones número 44, 46, etc., para mujeres rellenas y fábricas que no apuestan en colas pequeñas. Hice comparaciones entre la Maja de Goya y una Maja raquíti­ca. Jugué con los prejuicios del cuerpo, y escribí el testamento de una joven: había dejado de comer hacía un año para poder vestir la marca de moda y, pese a estar piel y hueso, su esqueleto era grande y no entraba en ninguna.
Registré una de las marcas que inventé. María me hizo el dibujo que precisaba para presentar mi idea: " Olivia y Jessica de Roger Rabit, mostrando sus colas dentro de vaqueros con mi marca.
Mandé correspondencias con la idea a casi todas las fábricas del género que encontré en la guía.
A la semana me llamaron de Pondy, compraron mi marca y mi idea. Me contrataron para hacer toda la campaña de marketing.
El contrato era por seis meses y podía trabajar en casa. En dinero superaba lo que podía imaginar. Precisaba de una computadora con Internet y Fax. Si prescindieran de mí, pasado el tiempo de contrato, podría vivir durante un año sin preocuparme, dedicándome apenas a escribir lo que me gustaba.
El día que me contrataron, tío Al volvía de Europa y nos vino a visitar. Las dos estábamos eufóricas y felices. Él creyendo que estábamos así porque había vuelto. Aprovechando su alegría le pedimos el dinero prestado para comprarme las máquinas. En un mes se lo devolvería.

V

Encontré a Raúl una tarde mientras corría por el campo, le conté sobre mi trabajo, también le dije, aunque se me notaba, que había engordado, que no volvería a encoger, y que así me sentía bien.
Él respondió que le parecía bárbaro, aunque no entendía por qué se lo decía. Yo tampoco lo entendía, creo que estaba enmascarando la emoción de verlo.
Se acercó y me besó en los labios, yo me acerqué y lo besé también. Sin apartar sus ojos de los míos, desabotonó mi blusa, luego el cierre de mi pantalón... nuestra ropa fue cayendo sin prisa, como hojas muertas. Nos abrazamos desnudos y temblamos arrítmicos hasta convertir nuestros latidos en una percusión mágica. Bailamos besos por nuestros cuerpos, al oriente y al occidente. Las caricias nos surgían como si conociésemos nuestras libidos, de esta vida y las anteriores.
Cuando entró dentro de mí, grité mi amor y mi rabia de siglos, me sentía clara al punto de reconocerme también oscura. Cabalgué sobre él con mi vagina expuesta a la vida. Nuestros gritos sacudieron la serenidad del bosque, pero en ese bosque estábamos apenas él y yo. Terminamos en un abrazo de cuerpo y alma y hasta hoy no pudimos separarnos.

VI


María sigue luchando para no entregarse demasiado a Ernesto. Entre idas y vueltas, algún día se encontraran, en la ida o en la vuelta.
Julia es amante del viejo Tomás. Después que María le contó su aventura, ella buscó un camino rápido para encontrar la pasión, o el sexo.
Tío Al nos visita frecuentemente, acompañado por Pérez...
David se convirtió en Pastor de la Iglesia Universal. Su padre y su tío trabajan para él en la Vía Dolorosa, alquilando piedras y cruces a los fieles.
Sexo es sexo, somos todos capaces de realizar algún día nuestras fantasías, al final dicen que el clítoris fue descubierto recién en el año 1500...
Las historias nunca son redondas, no sé lo que vendrá después.

Isabel Estercita Lew (São Paulo/ Buenos Aires 1998)

viernes, 17 de octubre de 2008

Al y Ar


Al que era Ar que era Al, de convencional, que era Al de terminal, de pasional, de digital, de bilateral, también de Ar de argentino, Al era así nomás, de tan sí que más que quererlo a veces. Al me conventilló me despelotó y por un tiempo lo amé. Tres días intensos, inmensos, nunca lo olvidaré. Al que sos Ar de argentino, me cansás, me fastidiás, no te soporto más, quiero del alivio aliviarme de Ar, argentino, Al, mi destino trivial.

Isabel Estercita Lew

miércoles, 8 de octubre de 2008

Verbos



Mi guitarra me hizo la gamba y nos acordamos de esta canción que compuse cuando vivía en Brasil, creo que el "el" era de alguna provincia de mi Argentina, o de España, o que se yo. El caso es que aquel día estaba castellanamente configurada. Cuando me ponga las pilas aprendo a subir la grabación al blog y estoy segura que destrozaré corazones y oídos.






Verbos


Vos me hablas en tantos verbos
me sabes conjugar en pretérito
me empujas al futuro perfecto
y no sé de tiempos ni verbos.

Pero si el presente es un verbo y un tiempo
solo sé conjugar en ese verbo
solo se amar en ese tiempo
solo se sentir lo de hoy.

Y así tu mirada explota lejos
se escapa en un tiempo que no es ahora
por eso no te escucho y me alejo
y me quedo conmigo en mi tiempo.

mis sentimientos, mi amor, no tienen verbos
el verbo es una soga atada al cuello
detrás de tantos verbos se oculta lo bello
yo soy todo lo que soy en este momento.

Las mirada se disuelven en tiempos y verbos
los ojos se escapan y no son mas los nuestros
los cuerpos se esconden, no pueden florecer
y hacer el amor así parece una estupidez.

Pero si el presente es un verbo y un tiempo
solo sé conjugar en ese verbo
solo se amar en ese tiempo
solo se sentir lo de hoy.


Isabel Estercita Lew (1985)

sábado, 4 de octubre de 2008

Cantá, siempre cantá


Mientras me bañaba se me dio por cantar "Garganta con Arena", el tango que le hizo Cacho Castaña al Polaco, el caso es que me encantó hacerlo y mientras le daba un tiempo a la crema enjuague en mi cabello para que haga, según dicen los fabricantes aquel efecto de brillo, suavidad y todo ese boludeo, abro la ventanilla que da al predio de Telecentro, que siempre están reformando y que linda con mi casa, para que se desempañe el vidrio del espejo. Así en bolas y de pelo encremado me pongo a representar a una cantante poseída de amor por Goyeneche, repito varias veces el estribillo… Canta garganta con arena tu voz tiene la pena que Malena no cantó, canta que Juárez te condena al lastimar tu pena con su blanco bandoneón. Canta, la gente está aplaudiendoy aunque te estés muriendo no conoce tu dolor. Canta, que Troilo desde el cielo, debajo de tu almohada un verso te dejó… cuando de repente se aparece él… no, mentira, eso fue después, ese es otro tango… Cuando de repente otras voces comienzan a corearme, son las mismas voces guaraníes de los operarios de Telecentro que escucho con enfado en mis momentos de intimidad escatológica. Voces maravillosas me corean en guaraní Garganta con Arena. Cierro el espejo o la cortina para que no me vean, aunque lo cierto es que la voces salen de la ventanilla que está a mis espaldas, del lado opuesto al espejo, pero fue un acto reflejo que aunque rime no tiene nada que ver.
Paré de cantar, me enjuagué los ojos como si fueran mis oídos, me agaché como si las voces pudieran verme, sin embargo las voces no se embargaban, continuaban, se encendían como buscando la mía. Me incorporé y seguí cantando mientras me enjuagaba, mientra el teléfono sonaba y el contestador atendía y me dejaba un mensaje que podía escuchar… era la voz del Polaco Goyeneche que me decía: cantate un tango más. Ya ves, la noche se hace larga, tu vida tiene un karma, cantá, siempre cantá.

Isabel Estercita Lew y el Polaco

viernes, 3 de octubre de 2008

El reverso de mi verso




Hoy como todos los jueves fui al taller literario de la Biblioteca Nacional. Me gusta el loquito del escritor que coordina el taller, Vicente Batista, la cagada es que siempre llego tarde. Por eso hoy me había prometido no hacerlo y salí una hora antes de casa.
Me tomé el 110 que de pedo llegó enseguida y antes de las seis ya estaba en la Plaza del Lector. Entonces para hacer tiempo me senté a escribir el verso inacabado, aquel que siempre estoy por terminar pero nunca termino, es un tipo de verso que tiene reverso y es en el reverso donde me detengo, tacho y vuelvo a escribir desde el principio. A veces me cansa mucho y lo amenazo con prenderle fuego, pero ni chispea, al contrario, me enfrenta inspirado, me dice cosas tremendas, me toca, me besa, me grita, se calma y me invita a una copa. Entonces me conversa manso e insensato, como a mi me gusta porque tiene música, la puedo escuchar, me hace volar y subo con él por el concreto del predio de la biblioteca, hay mucho cielo, no miro hacia abajo, en el horizonte está el río y hacia allí me dirijo con mi verso. En aquel momento totalmente excitada le hago el amor. Es todo tan hermoso, no quiero que acabe, mis orgasmos no tienen límites, pero los del verso sí. El reverso se me perdió nuevamente.
Entré al taller con mi rostro ardiendo, ya había comenzado, estaban discutiendo o rompiéndole el culo a un cuento de alguien. Nuevamente llegué tarde y esta vez no me atreví a preguntar.

Isabel Estercita Lew

martes, 30 de septiembre de 2008

Mi Sombra


El otro día cuando volvía a casa me di cuenta de que me faltaba la sombra.
No sé si había desaparecido ese mismo día o antes, porque son pocas las veces que la controlo.
Entré corriendo a casa y la busqué por todas partes. Improvisé con una sábana colgada del techo y una lámpara un escenario chino. Hice morisquetas y movimientos ridículos durante dos horas, pero nada de mi sombra.
Esa noche me dormí triste y aliviada. Triste porque me había abandonado y aliviada porque tendría algo menos para cuidar.
Al día siguiente la encontré en el espejo mirándome burlona. Estaba vestida de mí y yo le quedaba muy bien.
La corrí por toda la casa para atraparla. Una sombra cretina como esa no podía andar suelta por ahí.
Cuando estaba por atraparla se me escabulló metiéndose nuevamente en el espejo.
Como un toro en la arena raspé mis pies contra el piso, de un envión decidido salté sobre ella, y me rompí la cara.

Isabel Estercita Lew

domingo, 28 de septiembre de 2008

Nasceu pra mim


Você nasceu pra mim
seu corpo ofegante é meu
me leve com sua música
estou morrendo sem seu som
Você nasceu pra mim
não duvide
sinta-me sou seu violão
suas cordas, suas loucas
suas entranhas e seu fôlego
sou seu tudo
suas amadas desmioladas
você nasceu pra mim
eu só nasci
escutando sua música
amo você antes de nascer
e morrendo vou te amar
quero uma chance
quero um lance
quero essa coisa amorosa
quero suas caricias
aqui, agora e depois
quero suas caricias
quero seus sons
quero tudo de você.

Espero acordarme de estos acordes mañana, mi grabador se quedó sin pilas, carajo, soy una dama de honor y mi viola tiene piloto automático.

Isabel Estercita Lew

KING-SIZE


Él tiene una king-size y la sabe usar, a mi me gusta su tamaño y su esplendor. El problema de su king-size esplendorosa es que después de la primer encamada se le vencen los resortes y le toma un tiempo que no es el mío para volver con toda su pompa, pero ya no es lo mismo, entre cigarrillos, duermevelas y charlas, sí entre charla y charla el fulgor se va opacando y empiezo a notar de que hace casi media hora empezamos a envejecer. Por suerte los espejos deformes del techo despabilan mi imaginación, y veo una bella pintura de cuerpos arqueados, ensamblados y casi perfectos embelleciendo, silenciando las palabras, entonces arqueo al máximo mi cintura, espalda y culo hacia él, para que me muerda el cuello, para que sienta mis ancas dispuestas a todo, para que calle el sonido de sus palabras y le de lugar a los sentidos, porque entonces nos entendemos, sí, así él, su king-size y yo nos entendemos, pero eso no lo digo, nunca se lo dije… una dama como yo no debe decir esas cosas. Esto es fantástico, acabo de descubrir que soy una dama, más que eso, soy una dama de honor.
Pasó un tren, pasaron dos o tres. Me encanta el sonido del tren que pasa por la estación Caravelle, tiene un sonido de jadeo parecido al nuestro. Pena ese teléfono de porquería anunciando que faltan 15 segundos o minutos para abandonar su king-size, pena que el sonido de las palabras y yo sacando las tiras de seguridad del inodoro, posando mis ancas bien usadas, maldiciendo el poco tiempo.
De las manos por la Niceto Vega se siente el olor a parrilla, tengo ganas de abrazarlo hasta desmayarme pero no puedo, soy una dama de honor. Soy una bien cogida reprimida.
-Querés comer algo, me pregunta él llevado por ese aroma tan argento de asado.
-A mí la carne no me gusta, a no ser que esté bien pasada y no tenga gusto de carne, pero me comería un buen chorizo, sin pan, claro, porque engorda, le respondo.


Isabel Estercita Lew