viernes, 27 de marzo de 2009

La Niña Que Quería Aprender A Besar


La niña que quería aprender a besar aprendió a fuerza de labios y de latidos, tuvo una perra, un tío violador al que expuso a la intemperie y al que le amputaron el órgano gracias a una maldición. También tuvo muñecos de maderas que se construían mientras soñaba y que le llenaban de besos sus pesadillas en las noches malas.
Hubo una vez una niña que aprendió a crecer sin perder la ternura, no lo conocía al Che pero en aquella época la ternura era el plato principal, después sui generis, el Nano y adiós con dios o sin dios.
La maldad no existe, gritaba la niña y si lo gritaba es porque ya la conocía, era un jarabe raro que debía beber aunque no quería.
Hubo una vez una niña que se rebeló, el jarabe no tomó y se fue por las ramas, le dolió el dolor, el rancho pobre, la vacuna no dada, la explotación, la raza primera muerta en manos de cerdos invasores, le dolió el dolor en la basura y el niño en la basura y el pizarrón solito, y el gordo regordito y el flaco enflaqueciendo y de la tierra el angurriento, y los curas como el tío enguascando pendejos y los rabinos como ese tío degenerados, cerdos y viejos.
Dicen que dicen los que se dicen buenos, que por eso esa niña se volvió mala, y que algo habrá hecho, y que el falcon verde un día le fue a calmar el deseo loco de besar la vida… llegaron tarde, pues, la niña ya estaba besando la vida en otra parte.


Isabel Estercita Lew

martes, 24 de marzo de 2009

24 de marzo No se me murió la risa


Esta fecha inevitablemente me narcotiza de tristeza, no fueron apenas 30.000 desaparecidos, toneladas de exiliados, muchos de los cuales nunca volvieron y otros muchos aún buscando nuestra identidad, una generación destrozada, una gran hoguera de San Milico prendiéndole fuego a los temerosos cerebros, una venta de patria al menor postor y una siembra de miseria tan fértil y promiscua que hasta hoy, y mucho más, hemos de comer de la cosecha.
Individualismos y egoísmos y otros ismos danzan su ritmo de moda, una moda asquerosa que no ve, no escucha, no huele, no toca, no le siente el gusto al sabor pues antes de saber ya quiere saborear otra cosa.
Pero por suerte no todas son pálidas, un amigo del alma hace poco me dijo que hay un río subterráneo que crece, crece y no se contamina, va naciendo y creciendo en otro orden, no pelea contra el poder, no quiere tomar su lugar, simplemente está construyendo al margen sin hacer caso de los riachuelos para siempre contaminados. Yo hace un tiempo seguí esa corriente de río, será por eso que aún río y no se me murió la risa.

Isabel Estercita Lew

viernes, 20 de marzo de 2009

Mi Samba Tango


La Escola de Samba Vai Vai está por cumplir sus 80 años, fue allí donde di mis primeros pasos, donde me llené de ritmos y amores, donde seguiré sambando cada vez que vuelva a mi otra patria, pues sambando y amando quiero vivir y seguir sambando cuando me despida para siempre de mis pies.
La catedral de Almagro, es un galpón extraordinario, antiguamente un semillero, allí entre cachivaches y reliquias, di mis primeros pasos de tango haciendo ochos, pivot, cruce atrás, cruce adelante, rebotes y aperturas… Así empecé y puedo mirar su pecho, seguir su compás y milonguear agarrada de su cuello. Así quiero vivir y ser una Estercita Milonguera hasta que se apague la última vela y después.


Siempre fui extremadamente radical, paso del tango al samba en dos compases y un bamboleo. Hace poco encontré un pecho reo, bien dispuesto, piel besable, boca amable, negro como mi corazón, quizás un poco atorrante. Ya hicimos el amor, discutimos mi ideología libertaria y sus hábitos proxenetas y lúmpenes, pero solo llegamos nuevamente a la cama por lo que decidimos no más discutir. Como deportista extrema de la danza decidí enseñarle a bailar samba y aunque el me acusó de terrorista de la danza yo igual le hago unos pasitos y el amor y creo que nos vamos entendiendo. Sí.

Isabel Estercita Lew

jueves, 19 de marzo de 2009

GUERRA DE LOS SESOS


Silvio decía que lo de sufrir, y además sufrir por amor, era una característica de mujer.
Cristina ya pensaba que Silvio era un hipócrita, un egocéntrico y sobre todo insensible, además de ser insensato y mal parido.
Pero como ya lo dijo alguno de quien no recuerdo ni bien ni mal su nombre: "El amor mueve montañas y fronteras".
Así fue que Cristina atravesó todos los mares del sur y del norte, el Mediterráneo, el Cantábrico y el Índico, para luego casi ahogarse en la piscina del Sheraton Asunción.
No fue sin querer, fue por amor, pero como ya dijo algún otro de quien tampoco recuerdo el nombre: "Yerba mala nunca muere". Cristina sobrevivió.
- Silvio, yo no puedo vivir sin vos.
- Silvio, yo no puedo vivir con vos... en la misma casa, bajo el mismo techo... Bueno, me sacrifico; y lo pintamos a cuatro manos, de dos colores, blanco y negro. - ¿Qué te parece?
- ¡Horrible! Las mujeres son incoherentes. ¿Por qué una mujer debe creer en el amor más de lo necesario, si lo necesario es tan relativo y por otro lado, tan absoluto?
Cristina llora y ríe al mismo tiempo, mientras Silvio ríe y llora, sin que nadie note la mínima diferencia.
- ¿Que querés de mi Cris?
- Tu piel, tu amor, tu atención permanente 24 horas por día, tus codos, tu sangre, tus ojos...
- ¿Para que querés mis codos?
- Por las dudas me duelan los míos.
- ¿Tanto te cuesta hablar en serio Cris? ¡Las mujeres son rejodidas!
- Los hombres son tan espesos, tan lógicos, tan ilógicos, tan rústicos, tan hermosos, tan sensuales...
- Las mujeres mucho más...
- ¿Qué te parece?
- ¿Qué te parece?
Los dos rieron al mismo tiempo y se invitaron a decidir el destino de ambos, por el momento, en un aposento de dos plazas con música ambiental.

Isabel Estercita Lew

domingo, 15 de marzo de 2009

Comer Sonidos


Para mi hijita Lulü,
llena de sonidos que no escucha

Sentir sonidos
comer sonidos
respirar sonidos
palpitar sonidos
mirar el sonido
agudizar sonidos
sonido aviso, sonido temor, sonido alarma

sonidos que entran se zambullen caracolan,
coclean martillan, rebotan, rebotan
aturden, confunden, desorientan
se deforman, se retuercen, se distorsionan,
te dañan.

sonidos aplastados desbaratados, destrozados, deshechos…
sonidos paralizados inmóviles inertes estériles

sonidos de manos,
sonidos de señas
sonidos de gestos, de muecas,
actitudes

labios quietos
sonido silencio
inhóspito, desierto, desolado, vacío
sin susurros sin risas
sin cadencia sin canción

sonido en tu mirada
sonidos de labios
labios en movimiento, labios exagerados,
labios danzantes, labios cómplices,
cabales solidarios,
labios sin bigotes

silencioso sonidos
bilingüe amado

colores difusos
MIS MANOS
mis fusas mis musos
mis usos mis ruidos mis gritos
lágrima,
silencioso ruido del latido
del susurro
del sonido del gemido.”


Isabel Estercita Lew

sábado, 14 de marzo de 2009

Quien puso el huevo, Pena de muerte?


Yo le daría pena de muerte a la muerte y pena sin pena de vida a la vida.
No confiaría en los verdugos mediáticos, ni en los verdugos cotidianos, los que matan de hambre, los que matan de desidia envenenando a la tierra, los que se apropian de vidas prostituyéndola.
Yo le daría pena de muerte a las palabras banales, televisivas, mediática y poderosamente asesinas. Yo le daría la pena de muerte a la indiferencia, a la xenofobia, al pesticida, a la homofobia, al homicidio y otros cuantos de todos estos, pero nunca a quienes aportan este tipo de adjetivo, pues todos uno que otro solemos cargarlos.
Pero nadie dejaría de xenofobiar, homofobiar, y tantas otras hiervas porque están condenadas a muerte, ¿O sí?
Que tema de mierda, y mierda me suena a lo que todos movemos, y nos limpiamos y no nos hacemos cargo.
No quiero que elijan mi muerte ni la tuya, no quiero dormir entre adoquines ni espadachines. Yo no decidí la muerte de las niñas de Jujuy por aborto, ni las de Chaco por hambre, ni las de donde sea por la indiferencia que sea, apenas ayudé con mi indiferencia a su pena de muerte, apenas no hice nada, eso es ser cómplice? No me dí cuenta… mirá estoy comiendo un choripán en la costanera y no le hago mal a nadie, pero vienen los pibe chorros, vos sabés, y nos afanan todo.
No lo sé, soy un pibe chorro porque me afanaron, me culearon, me dijeron, me mintieron, me usaron, me condenaron y me largaron desnudo, sin escuela, sin nada …


Isabel Estercita Lew

domingo, 8 de marzo de 2009

Dos años sin ella


Hay que luchar por cada bocanada de aire y mandar a la muerte al carajo, le dije copiando una frase del diario del Che, pero L ya estaba muerta antes de enfermarse, L ya estaba muerta cuando se enfermó y se enfermó porque se sentía muerta. Todos le hicimos respiración boca a boca, pero ella cerraba la boca y no se dejaba respirar.
¿Para que carajo pariste? Le pregunté. ¿Para dejar a tus hijos guachos? Le seguí preguntando, pero ella se sentía muy mal, mucha morfina, yo sabía, pero L además de moribunda era médica, y de las peores, nunca supo tratarse, se trataba muy mal.
Para mí fue una maestra cuando la conocí, me enseñó a fumar porros, a transgredir, a mirar un miembro con los ojos y con la boca, me enseñó que acabar no es tener que pedir perdón a ningún monasterio. Hoy disfruto, agradezco y gozo de casi todas sus enseñanzas.
Así era ella cuando aún amaba la vida, transgresora, libre, apasionada y en varias guardias de hospitales aún deben recordar sus memorables acabadas. Pero la doctora L no tenía carga para si misma y se disparó un cáncer y no quiso mandar a la muerte al carajo, por eso la odio de tanto quererla.

Dos años sin vos, turra, te quiero suicida.


Isabel Estercita Lew

viernes, 6 de marzo de 2009

Guitarra mía


Como animales de espejo parten los acordes disonantes hacia otra guitarra que no es más la mía, se caen las notas, las voy recogiendo, las quiero pegar, las pego y se vuelven a caer, y ahora mi guitarra es una huacha empalidecida, parece vomitar notas, no se las traga y me ahoga la melodía, pero cuando le estoy por abrir un tajo en el medio del diapasón me sonríe arpegiante y me dice no, pará que ya voy. ..
No tengo tiempo hermana, esta música es cenicienta, a las doce se me esfuma, desaparece y nunca más, vendrán otras pero esta que me pierdo por tu culpa, desgraciada, nunca más.
Vamos que es marzo del siglo suicida, la mejor madera ya era, ahora es palo de escoba, nunca más podrán hacer una talla como la tuya, un cuerpo tan harmonioso, y ese sonido que te arranco como cuando eras de Cacho Tirao. Me está ardiendo el pentagrama de la vida, necesito nuestras melodías, mi guitarra.

Isabel Estercita Lew

martes, 3 de marzo de 2009

La glándula de la Bronca




La glándula de la bronca no se me dispara todo el tiempo, en realidad cada vez menos, la bronca y todos sus derivados son perjudiciales, hacen mal a la salud y no hace falta hacerle mal a la salud, los propios genes o la vida se encargan de eso. Sin embargo a veces no me alcanza la gula contra mis uñas para tragarme la bronca, ni mis inciensos, ni mi superconcentración en pensamientos positivos. Tampoco me alcanza apagar la tele, la radio, el diario, porque acabo leyendo los medios alternativos, y entonces me pongo tensa, me pongo propensa a la bronca. Ya fui atrás, ya hice de todo apoyando lo que sea contra la injusticia, lo sigo haciendo aunque no de un modo tan apasionado.
Siempre siento que todo lo que se institucionaliza acaba haciéndose mierda de alguna forma.
Por aquí no institucionalizaron las drogas, ni el aborto, ni el libre pensamiento, de alguna otra forma le quitaría dinero al poder. Aunque así sea el poder no es algo a lo que aspiro, en realidad apenas aspiro a un mundo mejor, sin ganas de sentir bronca, sin ganas de esquemas, aunque no pueda dejar de sentir bronca de cosas que me entero aunque no prenda la tele. De todos modos todo es parcial, una mujer mediática despotricó contra los derechos humanos, se trató de una reacción, será por eso reaccionaria?
Si me dejara llevar por la bronca, le daría un par de piñas, pero mi glándula no se me dispara todo el tiempo porque entonces la bronca y todos sus derivados no se acabarían nunca.




Isabel Estercita Lew