jueves, 5 de julio de 2018

Todo fue por causa del portero y su novia insensata que no aceptaba nuestros antiguos amoríos



Su arrogancia salió a la calle y se vistió de pepino agridulce dispuesto a agredir mi avinagrada inconciencia.

Su camisa de uniforme beige y tu pañuelo negro combatiente, no pegaban ni con cola. El puño sobre mi rostro, dolió menos que la petaca de ron que me quitaron aquella noche para ingresar al Lollapalooza.

Mientras sentía que mi rostro se hinchaba, la vitrina de otro sex shop cerrado gracias a la crisis, reflejaba el ojo negro que el maldito portero me había dejado.

Ciudad miserable, pensé, mundo mezquino, me dije, puño de mierda el tuyo, le grité al portero, y cuando salté sobre él dispuesta a matarlo, un sujeto sujetó mis brazos. Giré de un giro para observarlo, y de inmediato noté que le sobraba la ropa, le planté un beso en la boca y él otro a mí, para no ser menos. Y así fue que entre giros y venganzas, no me vengué del portero agridulce y su pepino, y el vinagre de mi avinagrada inconciencia fermentó al revés tornándose vino, que compartí con mi nuevo amigo quitándole lo que le sobraba.   


 Estercita Lew

5 comentarios:

Maximiliano Galin dijo...

Embravecido ser que se caga en el portero y se inmiscuye en las bondades del hijo del vecino. Mejor vino que viejos vinagres. Todo alrededor... Salú 🍷

Isabel Estercita Lew dijo...

Salú, Maxi!

Rob K dijo...

Qué montaña rusa de emociones tan fascinante. Me dejé llevar con mucho gusto. Un abrazo.

Ana Lopez Acosta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ana dijo...

Estás de nuevo acá Estercita, espacios de alguna clase de resistencia. Me alegro