
El otro día cuando volvía a casa me di cuenta de que me faltaba la sombra.
No sé si había desaparecido ese mismo día o antes, porque son pocas las veces que la controlo.
Entré corriendo a casa y la busqué por todas partes. Improvisé con una sábana colgada del techo y una lámpara un escenario chino. Hice morisquetas y movimientos ridículos durante dos horas, pero nada de mi sombra.
Esa noche me dormí triste y aliviada. Triste porque me había abandonado y aliviada porque tendría algo menos para cuidar.
Al día siguiente la encontré en el espejo mirándome burlona. Estaba vestida de mí y yo le quedaba muy bien.
La corrí por toda la casa para atraparla. Una sombra cretina como esa no podía andar suelta por ahí.
Cuando estaba por atraparla se me escabulló metiéndose nuevamente en el espejo.
Como un toro en la arena raspé mis pies contra el piso, de un envión decidido salté sobre ella, y me rompí la cara.
Isabel Estercita Lew
No sé si había desaparecido ese mismo día o antes, porque son pocas las veces que la controlo.
Entré corriendo a casa y la busqué por todas partes. Improvisé con una sábana colgada del techo y una lámpara un escenario chino. Hice morisquetas y movimientos ridículos durante dos horas, pero nada de mi sombra.
Esa noche me dormí triste y aliviada. Triste porque me había abandonado y aliviada porque tendría algo menos para cuidar.
Al día siguiente la encontré en el espejo mirándome burlona. Estaba vestida de mí y yo le quedaba muy bien.
La corrí por toda la casa para atraparla. Una sombra cretina como esa no podía andar suelta por ahí.
Cuando estaba por atraparla se me escabulló metiéndose nuevamente en el espejo.
Como un toro en la arena raspé mis pies contra el piso, de un envión decidido salté sobre ella, y me rompí la cara.
Isabel Estercita Lew