18 de septiembre, una marcha más. Esa larga lista de adhesiones, que parece no acabar nunca. Avenida de Mayo, potente, majestuosa, un verdadero ícono de la protesta, un verdadero ícono de la historia y de tanta gesta. También un ícono del tango, de la preservación, salvo algunos injertos molestando e hiriendo poderosas cúpulas en belleza.
Entre esa epidemia de palomas, el cielo siempre raro, carteles de partidos, movimientos populares, de derechos humanos, murgas, altavoces, panfletos y pancartas, volvió a desaparecer López. Aún cautivo o bajo tierra, Julio López faltaba en la consigna, faltaba entre los pies que andaban y se detenían, Julio López faltó a esta fiesta porque la política es una gran mierda que nos va llevando al baile que más nos sienta.
En una de esas paradas que los de atrás nunca sabemos por qué carajo se para, un mendigo remendado y alcohólico se mezcló entre pancartas y tambores, bailaba torpemente y se sentía parte de lo que no era, ni por derecha, ni por izquierda, nunca sería parte de nada, aunque quien baila no muere tontamente. Así son las cosas me dije mientras sujetábamos el largo cartel más bonito de filas con el rostro de López dibujado en gris, con una consigna clara y personalizada, sin personerías ni partidos adjudicándose el mérito, lo que no nos hacía mejores ni peores, apenas mejor luqueados. Así son las cosas me dije nuevamente y seguí marchando, contra el viento del río…
¿Dónde está el lingera? me pregunté, supuse que estaba buscando un baño, supuse que se estaba meando encima. De la Confitería Moncloa ya lo habían rajado, me enteré. Quería saber donde estaba el mendigo, quería que no desapareciera, necesitaba que no desapareciera, necesito que nadie más desaparezca.
Isabel Estercita Lew
Entre esa epidemia de palomas, el cielo siempre raro, carteles de partidos, movimientos populares, de derechos humanos, murgas, altavoces, panfletos y pancartas, volvió a desaparecer López. Aún cautivo o bajo tierra, Julio López faltaba en la consigna, faltaba entre los pies que andaban y se detenían, Julio López faltó a esta fiesta porque la política es una gran mierda que nos va llevando al baile que más nos sienta.
En una de esas paradas que los de atrás nunca sabemos por qué carajo se para, un mendigo remendado y alcohólico se mezcló entre pancartas y tambores, bailaba torpemente y se sentía parte de lo que no era, ni por derecha, ni por izquierda, nunca sería parte de nada, aunque quien baila no muere tontamente. Así son las cosas me dije mientras sujetábamos el largo cartel más bonito de filas con el rostro de López dibujado en gris, con una consigna clara y personalizada, sin personerías ni partidos adjudicándose el mérito, lo que no nos hacía mejores ni peores, apenas mejor luqueados. Así son las cosas me dije nuevamente y seguí marchando, contra el viento del río…
¿Dónde está el lingera? me pregunté, supuse que estaba buscando un baño, supuse que se estaba meando encima. De la Confitería Moncloa ya lo habían rajado, me enteré. Quería saber donde estaba el mendigo, quería que no desapareciera, necesitaba que no desapareciera, necesito que nadie más desaparezca.
Isabel Estercita Lew
1 comentario:
Todos los necesitamos. Al menos, los que amamos la vida.
Un saludo Isabel
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