martes, 24 de noviembre de 2009

SONIA Y CIENFUEGOS


El 30 de Mayo de 1980, cuando Sonia cumplía 16 años, contrajo matrimonio con Afranio Cienfuegos, de 35.
La dote por la unión fueron dos vacas raquíticas, media docena de ovejas y un toro que murió de viejo antes de la boda.
Como un presagio, ella recibió de regalo tres cuchillos: el de la cebolla, el de la carne, y el de la gallina o el pato luego de degollarlos.
En la modesta ceremonia realizada en la parroquia del pueblo, Sonia usaba un vestido casi blanco con un encaje en cada manga; Cienfuegos, su traje negro de toda la vida.
La muchacha caminó aparentemente firme hacia la cama, así la habían instruido las viejas comadres.
Sin reparar en la corta edad de la novia, a la que ni siquiera había conocido hasta ese día, él la esperó sediento. Se bajó los pantalones deprisa y dejó expuesto su miembro, usado hasta entonces apenas con algunas putas y bastantes ovejas.
Esa noche ella lloró todo lo que había en su pequeño pecho silvestre, luego bajó la cabeza, los ojos y el alma, decidida a no ver más.
Cienfuegos le había manchado la sonrisa y la mirada con la sangre de su himen; la había poseído brutalmente sin ningún gesto de cariño.
Después de una semana, y satisfecho, el jornalero partió hacia su trabajo en campos lejanos.

Quizás influenciada por las historias románticas que le había contado una prima de la ciudad, Sonia odiaba a su marido con pasión.
Cienfuegos volvía una vez por mes; el viento traía ráfagas de su vaho, Sonia podía olerlo a kilómetros de distancia y calcular el tiempo que él tardaría en llegar; entonces afilaba sus tres cuchillos, el de la cebolla, el de la carne y el de la gallina o el pato; le preparaba la comida, y se aseaba fantaseando que aún eran posibles las historias que su prima le había contado.
Sonia se imaginaba que él le traería flores del camino, que pasearían de manos dadas conversando, y él le acariciaría el cabello, luego cenarían y finalmente irían a la cama. Entonces Cienfuegos le haría el amor con cuidado.
Cuando la figura de su marido se hacía visible, ella no podía dejar de temblar, tampoco podía dominar las gotas heladas que le corrían desde el cuello hasta la cintura.
Aquel día él llegó y la llevó directamente a la cama. El puchero que la muchacha había comenzado a cocinar el día anterior, se quemaba.
Para ella, que apenas había conocido esa naturaleza de vínculo, podría ser normal ser poseída brutalmente por alguien que huele a excrementos. Pero en Sonia había memorias ajenas que se enfrentaban a su realidad.
Ella se dejó poseer, ensuciar y golpear porque sí, o porque se había quemado el puchero... Ya no temblaba, ni le caían gotas de sudor. Miró hacia el costado y vio tirada en el piso su muñeca de trapo, la que dormía junto a ella y era su amiga. La levantó, estaba sucia, él la había manchado. Fue ese el único motivo que la llevó a hacer lo que hizo.
Afranio Cienfuegos esperaba en la mesa con una servilleta puesta en su cuello sobado y el vaso de vino en la mano, a que llegara rápidamente la comida.
El cuchillo, el de la carne, le atravesó la espalda y dejó salir la punta plateada por el pecho; el hilo de sangre se confundió con el vino que resbalaba por su boca. Mantuvo la mirada ebria y fija hacia adelante, apenas soltó un gemido y luego apoyó los codos sobre la mesa para no desplomarse. Ella se paró frente a él de brazos cruzados como una mamá canguro con su muñeca vigilando desde el bolsillo del delantal. Observó las manos de su marido ajadas y bruscas, las uñas sucias. Por primera vez le riñó.
- ¿Qué le costaba Afranio cepillar esas uñas? Me lo hubiese pedido a mí si no quería hacerlo, que con mucho placer se las hubiera limpiado.
Él permanecía mudo, ahora sus ojos estaban fijos en la muñeca. A Sonia no le gustó que le mirara la muñeca, ya se la había ensuciado antes. Con el cuchillo de la cebolla apuntó hacia sus manos, él se veía más pasmado que dolorido.
Sonia recogió los dedos y los echó en la olla, él tuvo un blando gesto de resistir, pero ella le tomó la otra mano con firmeza y con el mismo cuchillo, el de la cebolla, le rebanó los dedos restantes.
Cienfuegos cayó inconsciente al piso arrastrando la silla. Mientras yacía tumbado, la muchacha comenzó a limpiar el enchastre, luego con una olla de agua tibia y un paño, se dedicó a lavar a su marido hasta dejarlo impecable para ella.
- Sonia... Murmuró Afranio. - No le escucho hombre, espere que me acerco y me lo dice. - ¿Por qué Sonia, qué le he hecho? Yo la quiero... - A mí no me ha hecho nada, pero a ella sí. Le respondió señalando a su muñeca. Bueno ya se me pasó el enojo, hagamos las paces. - ¡Por favor Sonia, busque ayuda! - Afranio, si no sabe cómo se hace el amor no puedo ayudarle. Está bien, lo ayudaré a mi manera, le quitaré lo que no sabe usar, por eso hace los enchastres que hace. ¿Vio, hasta ensució mi Muñeca?

Con el cuchillo, el de la gallina o el pato luego de degollados, le cortó el pene y lo arrojó a la olla del puchero que ahora no dejaría quemar.
Mientras Cienfuegos moría desangrado, ella comía, saboreando delicadamente cada parte de él. Ahora se habían entendido, por primera vez él le había hablado con dulzura, como un obsequio de la muerte.
Sonia salió de la casa y se echó a correr atrás de los patos, como lo hacía poco tiempo antes, cuando aún era una niña. Voló con ellos y se dejó llorar su temprana viudez.



Isabel Estercita Lew

33 comentarios:

Soledad Arrieta dijo...

Isabel, que fuerte este relato, parece una historia de "Mujeres asesinas" (un unitario que daban hace un tiempo en Argentina).
Sabés? Los hombres matan por cualquier motivo. Por robar, por placer, por humillar. Las mujeres no. Las mujeres matan por su dignidad. Ese es un dato a tener en cuenta, pese a que no comparto la violencia sin importar el género.
Es terrible lo que escribiste, me estreemció, fuí Sonia todo el relato y la pasé horrible. Por suerte al terminar de leer ya estaba de vuelta en mi casa. Y nadie me maltrataba. Y a nadie tuve que matar.
Excelente narración.
Cariños!

Maga h dijo...

Estercita, en algún lugar me he quedado con el amargo sabor que me dejó "El almohadón de plumas", tal vez tenga que ver con el desangrarse.
Leí atentísima mientras iba aumentando mi sufrimiento por Sonia, casi intuyendo que así terminaría su inocencia y su verdugo.
Y mientras la historia que me contabas, iba transcurriendo, por detrás, se me iba también contando, alguna otra historia velada de tantas inocencias y tantos verdugos, que aún sin desangrarse literalmente, murieron de lagrimas.

Algunas mujeres, y hasta mas larga edad conservamos esa muñeca, que nunca debiera ser pisoteada, si eso sucede, se terminaron los cuentos y entonces que no vengan a pedir reinas de moños y tules.

Muy bueno, de colección!

Marcelo dijo...

No se debe juzgar a los personajes, siempre tengo ese cuidado porque es lo que suelo reclamar. Pero me dan ganas de opinar sobre ellos, porque el relato es excelente.
Un beso!

Sol dijo...

El relato me asombrço para bien.. y es no es que sea Hannibal.. pero me recordó algo.. bueno algunas partes .. ya sabes...
Pero coincido mucho con lo que dice Magah... hoy cosa que no recordaba siendo el dia internacional de la NO violencia contra la mujer... me pregunto lo mismo... cuantas Sonias estaran llorando de alguna u otra manera y callando quizas...
Ella tuvo coraje.. no se si fue el modo.. la forma, pero que hay pasado casos asi o similares, no me queda la menor duda...
Creo que en este dia.. voy a dejarte una frase " Las unicas lagrimas que una mujer debe derramar deben ser de felicidad"
Besos cielo, excelente sabias??
Si.. claro que lo sabias...
Te quitaste la mascarilla facial???
jajjaja que loca linda!!!

Sol dijo...

Pucha que mal escribi.. te diste cuenta???
Es que estoy en otra PC y funciona para la m...
Sorryyyyyyy!!!
Y ademas no me deja entrar sino con el nombre de la URL

MARU dijo...

No pude dejar de ir sintiendo a la vez que Sonia.
Asco, repugnancia, dolor, desprecio,humillación, pero todo lo aguanta...Porque? me pregunto...Cobardia, resignación, ignorancia?
Pero el ojo por ojo...
Cada dedo que la tocó de forma inmunda, el pene que la violaba como una lanza, lacerante, humillante... FUERA!!!! DE CUAJO!!! pero tuvo un fallo: Se los comió, y eso era un honor...yo se los hubiera echado a los animales, a los perros, a los cerdos...
MALDITO!!!!!
CUáNTOS MALDITOS HERMANOS, TIENE EL MALDITO CIENFUEGOS???????????

Cristina dijo...

Me has dejado sin opinión.

Sólo sintiendo.

Duelen tus historias, calan hondo, de tan bien contadas.

Un abrazo fuerte

SIL dijo...

UNA PERLA DE RELATO.
ME DEJASTE MUDA.
ME DEVORÉ CADA PALABRA...
CASI CON LA COMPULSIÓN DEL ÚLTIMO PUCHERITO DE SONIA, A QUIEN COMPRENDO Y ABSUELVO, DESDE MI DESAUTORIZADO LUGAR...

BRAVO, BRAVÍSIMO.

Un abrazo gigante, re-genia de carne y besos.

Colibrí dijo...

Estercita, me recordaste a Horacio Quiroga y la Gallina degollada.
La muerte viene matando, cuando una mujer no es bien-Amada.
Abrazos
Ester-Colibrí

Genín dijo...

Puag!
¡Que asco de tipo!
No dices nada en tu relato, pero yo me imaginé que la pobre Sonia en la medida que pasaba el tiempo viviendo con ese asqueroso impresentable de marido, seguramente se volvió loca de atar, y mira lo que hizo, lo cierto es que yo no sentí ninguna piedad cuando le rebanó la salchicha...jajajaja
Lo raro es que se la comiera, debía de saber horrible...jajaja
Besitos y salud

Cecy dijo...

Excelente, Estercita.

Me he quedado con un nudo en la garganta, pero un sabor de satisfacción, no se, asi lo he vivido a tu relato.

Besos.

El Viejo @gustín dijo...

Muy intenso.
Me recuerda a los relatos de Rivera o Tizón.
Pero para nada tan Intenso como lo tuyo, la brutalidad del Interiot profundo q hoy se traslada aca cerca nomás...
Un beso enorme Estercita

TORO SALVAJE dijo...

A mí me dio pena el toro que se murió de viejo.

Besos.

/ dijo...

Muchas gracias por el comentario que me dejaste. Hoy no leo tu post, porque es mi cumple y decidí descansar; pero no podía dejar de agradecer tu visita.

UN BESO ENORME!

Anónimo dijo...

Al borde de la razón hay una tierra donde la sangre es lágrima que recorre el cuerpo,
adolorido de ausencia de sí y de desprecio de el otro,
y donde las lágrimas se limpian con sangre.

Al borde de la razón hay una tierra yerma llena de fantasmas de desolación, angustia, odio y locura.
Y ese alma muñeca, defendida a puñaladas, camina descalza por sus valles, sin retorno, pero límpia.

BRUTALMENTE EXQUISITO REINA...
NO HAY MANERA DE NO DESLUMBRARSE CON VOS!!!

Ana dijo...

De todo lo que he leído ultimamente tomo éste con la puntita de mis dedos (comparación sanadora...)y lo dejo en mi canasta.La canasta de las palabras, formas, estilos, deleites, decires que me nutren.

"Al borde de la razón hay una tierra donde la sangre es lágrima que recorre el cuerpo,
adolorido de ausencia de sí y de desprecio de el otro,y donde las lágrimas se limpian con sangre.
Al borde de la razón hay una tierra yerma llena de fantasmas de desolación, angustia, odio y locura..." Comentó geheugen, ahi arribita. No se me ocurre nada mejor.

Qué placer la visita! Te beso.

Anónimo dijo...

Atroz.
Escarba los mas bajos impulsos humanos.
Escribes con maestría.

un gran abrazo.

Noelplebeyo dijo...

La violencia debe parar.

Besos

M dijo...

Podés proponerlo para "Mujeres Asesinas" :o) jaja.

La parte de "que le costaba limpiarse las uñas" me recordó a "Chicago".

Excelente Isabel!!!

Unknown dijo...

Crudo,
profundo,
sin anestecia,
hasta el hueso...
Es soberbio el relato Estercita!

Ocurre,
lamentablemente sigue ocurriendo.

He conocido alguna Sonia-no con este final-que han vivido una larga vida y quizás no han conocido un orgasmo porque han tenido al lado un tipo autoritario y egoista que nunca se "preocupó" por la persona que compartía lecho y Vida.
Era, "dese vuelta" y...pasados unos minutos "el hombre" dormía placidamente.


Que tengas un hermoso día Estercita!

besos

Adal

Anónimo dijo...

Estercita y reina:Esto del sarcasmo es como la poesía de Antonio Plaza...(Y aunque risa me da mi desencanto,me duele el corazón cuando me río)
Me alegro que te mees de vez en cuando,es bueno
Tu Cienfuegos larga a Freud por todos lados.Es buena combinación
Siempre te besa..Saúl.

Unknown dijo...

Alguien citaba a Tizón y el jujeño habría justificado el "penicidio" como un rito necesario para que a Cienfuegos no se le fuera a ocurra vejar a los ángeles del infierno. Tu relato es crudamente honesto porque vuelve explícito un crimen patético que debe rondar la cabeza de muchas Sonia que han resignado su dignidad por temor, conveniencia o soledad.
Abrazo compañero, IEL
Besos de tu amigo REL

cyberguy dijo...

Que buanas entradas, Isabel!me da mucho gusto leerlas aunque encontré por azar tu pagina buscando textos para no olvidar absolutamente mi castellano.Estoy esperando las otras historias!

te mando un fuerte abrazo
syberguy

maracuyá dijo...

Ay, Estercita...ay ¿qué decir? De tu relato que estremece y que lo escribiste con una maestría admirable. De la situación...uffff, Sonias y Afranios que conozco muy de cerca y que muchas veces me hicieron descubrir con tristeza que hay más víctimas que victimarios. Cuando empiezas a buscar el porqué de algunas conductas (sin que justifique ningún tipo de violencia y abuso, que algunos me espantan), encuentras víctimas.

Un abrazo, hoy necesito una caipi para reponerme de lo que he sentido.

Juan de la Cruz Olariaga dijo...

Hola mi querida Estercita. Que relato mi estimada, que relato, minucioso, entretenido, contundente, terrible. Pero sabés una cosa, aunque nunca suelo hablar mal del género, creo que si esta niña hubiese necesitado una mano se la hubiese dado, porque con esta narración, se aprende que no todos pertenecen al género masculino por algo que se tiene entre las piernas. Ya vé, existen bestias simulando ser hombres. Un beso mas que grande, pero mas que grande. Sepalo tengo su foto en Mis Imágenes, se lo confieso también acá. Y también le confieso que cuando iba llegando al final...ay cerraba y apretaba las piernas hasta límites insospechados, y me prometí no comer mas puchero. Beso.

ARO dijo...

Tremendo y estupendo relato. Una historia dura, pero tantas veces repetida... aunque con distinto final, el de la muerte de la mujer, maltratada en la cama y en la casa, en el sueño y en la vida. Saludos

La sonrisa de Hiperion dijo...

Pareces un viejo escribiendo... haciendo cátedra. Simplemente tremendo. PAsé a echar un ratito de lectura y me encontré con un texto magnífico.

Saludos y un abrazo enorme.

MentesSueltas dijo...

Hola, paso a leerte y me quedo entusiasmado con tus letras.

Dejo mi abrazo
MentesSueltas

EL SUEÑO DE GENJI dijo...

Pero bueno...¡Qué bueno!, Fantástico amiga mia. He saboreado cada linea de tu relato varias veces. He sufrido y me he liberado al son de tu protagonista. He olido el vaho podrido de ese bastardo y he degustado sus partes en ese mágico caldo.

Brutalmente bello, aunque crudo, crudo como la realidad que ahí fuera en miles de hogares ajados se reproduce de igual manera que tu relato.

Un beso amiga mia. Un beso y un ¡Ojala que reinara la inocencia!

Mar y ella dijo...

Un relato que tiene tanto de real......te lo digo yo ,lo se ,mi piel lo sabe......contundente ......


cariños
Mariella

tusojosmiletra dijo...

holas llegue a traves de otro blog y me quede leyendo con atencion tus palabras...pobre Sonia...pensar q ella es el reflejo de muchas en cualquier lugar de este mundo...solo q ella dejo q surjan sus adentros...ojala nunca llegue a lastimar a alguien como lo hizo Alfranio siendo egoista pensando solo en sus necesidades olvidandose de los sentimientos de la personita q estaba a su lado...mis respeto y kariños David.V.

JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA dijo...

Hola Estercita:
Vengo del blog de Cecy. Escribes muy bien, aunque me estremeció esta historia y me ha dejado mal el cuerpo y el alma. Sé que historias como estas, pueden ocurrir en la vida real. No obstante, yo lucho todos los días para que no sucedan.
Tengo miedo del poder de las palabras, de las puertas que abren, tengo miedo del miedo que las palabras dejan en nuestras almas.
Siempre me dejan triste estas historias donde vence el mal.
Tadeo

miralunas dijo...

ay, ay, ay...........cuando leieste relato aun no había comentarios. no pude escribir.
me volé tras los patos.
y ahora vuelvo, releo y solo suspiro.

abrazos.