En casa ha parado y para mucha gente. Gente que conocí durante mis veinte años viviendo en Brasil, gente que conocí viajando mundo afuera, amigos de mis hijos, amigos de otras provincias, amigos en situaciones límites, amigos en conflicto de separación. Esta es la primera vez que en mi casa para un yanqui. Es amigo de un amigo de un amigo y finalmente solo sé que está parando en casa. Tiene veinte años y un affair con mi hija, en diciembre apenas cante el gallo regresa a su Kansas. Es músico y por casa no faltan instrumentos ni incentivos, y la música es uno de los encuentros culturales con menos disidencias.
Los amigos de casa le dicen yanqui, y puesto que su nombre ya me resultaba difícil de recordar y de pronunciar, acabé y acabamos todos por llamarlo o referirnos a él como yanqui, o "Che, yanqui".
A veces quiero hacerle preguntas del tipo: "Che, yanqui, ¿que se siente ser uno de los países más odiados del mundo? Che, yanqui, ¿que pensás de la guerra tal o cual? ¿De la escuela de las Américas, de la de Chicago, de esto y lo otro? Pero no lo hago, no sé porqué, quizás porque tiene veinte años y aparentemente el cerebro poco lavado, quizás por temor a su respuesta, quizás porque sería totalmente al pedo. Sin embargo, él no tiene ningún tipo de tapujos al preguntar: ¿Qué pensás de la cumbia villera? ¿Por qué hay tantas camisetas y fotos del Che? ¿Por qué los tacheros me preguntan todo el tiempo lo de la crisis, lo de Obama? ¿Por qué en Buenos Aires comen poco mariscos y comen mucha tira de asado y poca bola de lomo que es tan rrrica? ¿Por qué usan boludo para casi todo lo que dicen? ¿Por qué los porteños hablan así, y los de Corrientes hablan asá?
Entonces yo, que tengo respuestas propias, que no me adueño de verdades además de algunas mías que no tienen retorno, le respondo: Mirá yanqui, del Che te puedo hablar, decirte sobre lo que me pasa a mí, del resto también, quizás con menos convicción, pero prefiero que te respondas solito, si querés saberlo, sentí, metete en la piel de mi pueblo, yo también quería preguntarte algunas cosas, pero me puse en tu piel y no te pregunté nada.
Los amigos de casa le dicen yanqui, y puesto que su nombre ya me resultaba difícil de recordar y de pronunciar, acabé y acabamos todos por llamarlo o referirnos a él como yanqui, o "Che, yanqui".
A veces quiero hacerle preguntas del tipo: "Che, yanqui, ¿que se siente ser uno de los países más odiados del mundo? Che, yanqui, ¿que pensás de la guerra tal o cual? ¿De la escuela de las Américas, de la de Chicago, de esto y lo otro? Pero no lo hago, no sé porqué, quizás porque tiene veinte años y aparentemente el cerebro poco lavado, quizás por temor a su respuesta, quizás porque sería totalmente al pedo. Sin embargo, él no tiene ningún tipo de tapujos al preguntar: ¿Qué pensás de la cumbia villera? ¿Por qué hay tantas camisetas y fotos del Che? ¿Por qué los tacheros me preguntan todo el tiempo lo de la crisis, lo de Obama? ¿Por qué en Buenos Aires comen poco mariscos y comen mucha tira de asado y poca bola de lomo que es tan rrrica? ¿Por qué usan boludo para casi todo lo que dicen? ¿Por qué los porteños hablan así, y los de Corrientes hablan asá?
Entonces yo, que tengo respuestas propias, que no me adueño de verdades además de algunas mías que no tienen retorno, le respondo: Mirá yanqui, del Che te puedo hablar, decirte sobre lo que me pasa a mí, del resto también, quizás con menos convicción, pero prefiero que te respondas solito, si querés saberlo, sentí, metete en la piel de mi pueblo, yo también quería preguntarte algunas cosas, pero me puse en tu piel y no te pregunté nada.
Isabel Estercita Lew
1 comentario:
El año pasado fui a la madre patria y me llevé una sorpresa. En Nueva York son rejodidos, le dije a un tipo si me saba una foto y me puteó diciéndome que no, pero en Chicago me trataron muy bien. Pasé navidad allá y fue genial. Así que son como en cualkquier otra parte, solo que no saben nada fuera de lo que pasa en uSA.
Un beso
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