jueves, 4 de diciembre de 2008

No hay más tiempo


El Chango Durito, es un amigazo muy especial, no nos vemos muy seguido gracias a su naturaleza y corazón errante. No vive en ningún lado y vive en todas partes. Hace años que no lo veía, pero hoy cuando nos encontramos nos encajamos un beso de ojos y fue como si el tiempo no hubiera pasado entre nosotros. Lo cierto es que el tiempo pasó, me dijo él, como si adivinase mis pensamientos… Lo cierto es que el tiempo pasó pensé al notar una curvatura en su espalda luego de descargar en el piso su mochila. Pero no fue eso lo que más me impresionó, fue nuestra charla, su ansiedad, las manchas de nicotina en sus dedos y en sus dientes, y sobre todo su urgencia. A todo lo que me decía, le agregaba "no hay más tiempo para esto, no hay más tiempo para lo otro". Y en realidad yo estoy de acuerdo con él aunque no sé bien para donde rumbear. No hay más tiempo que perder para parar de una vez con la explotación indiscriminada de los recursos naturales, no hay más tiempo que perder para parar con el hambre que mata a millones de bebés antes de que digan, mamá. No hay más tiempo que perder para parar a este quince por ciento de ricos mundiales que se consumen nuestras vidas, ni como recuperar los árboles que van matando por segundo para plantar la nueva gasolina, ni como devolverle los sueños a los jóvenes que nunca soñaron, ni como enseñar a los letrados y doctores en derecho que el derecho a la vida está en la primera página de cualquier libro sabio.
Mientras escribo, miro al Chango Durito durmiendo, a mi guitarra, que está en su lugar, aunque no es el lugar donde debería estar, porque ahora, el Chango Durito y yo deberíamos estar cantando alguna copla, pero no es así, él está muy cansado y a mí el dolor me duele tanto que no me sale ninguna copla.

Isabel Estercita Lew

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen texto, tendrás que seguir soñando y luchando con tu buen amigo.
Cariños
Nico